lunes, 27 de agosto de 2012

Palabras en el funeral de Horacio Hidrovo Peñaherrera

Horacio Hidrovo Peñaherrera y Medardo Mora Solórzano.



La muerte de Horacio nos entristece a los todos los manabitas. Su vida llena de realizaciones personales y sociales lo convierten en un inolvidable, merecedor de ser recordado siempre. Santa Ana y Portoviejo sus lugares de nacimiento y residencia, jamás dejarán de sentir el orgullo de haberlo tenido como uno de sus hijos predilectos, Manta le agradecerá eternamente el inmenso e inigualable legado cultural que dejó en su fecunda labor como Director del Departamento de Cultura de la Universidad Laica Eloy Alfaro de Manabí, los Festivales Internacionales de Historia, Poesía, Teatro, Cuento, Danza, Los Festivales Nacionales de Coros, Concursos de Pintura, de Canto, de Oratoria, de Relato, de Poesía, su sueño de darle a Manta y Manabí una Orquesta Sinfónica, jamás dejarán de tener presencia en la memoria de quienes supieron de su excepcional apego a todo lo que significa manifestación cultural en el más exigente sentido de la palabra.

Por eso no es difícil encontrar palabras para honrar el nombre de Horacio Gandhi Hidrovo Peñaherrera,  sus nombres y apellidos ya significan una expresión de su pensamiento y su forma de proceder. Horacio como poeta, hacía honor al gran Horacio de las inimitables epístolas escritas en el esplendor de Grecia y Roma. Gandhi como el incansable luchador por la paz de la India, asesinado por la brutalidad de quienes promueven la guerra, el conflicto, el odio, el rencor, la venganza. Horacio inclaudicable en sus ideales y principios, nunca dejó de ser el batallador sin concesiones por los más elevados anhelos humanos, fue un verdadero socialista, como lo fue su ilustre padre, ambos caballeros a carta cabal, por eso no es fácil encontrar personas que sin abdicar o renunciar a su doctrina e ideales, llevan una vida decente.  Horacio se distinguía por esas cualidades, su corazón se agigantaba ante las pequeñeces humanas, prefería ignorarlas a perturbar la nobleza de su alma, purificada por su adhesión al lado bueno de la vida, sentía el latir permanentemente de la soberbia frase de ese consagrado novelista que fue su padre, “a pesar de todo la vida sigue siendo buena”. Horacio vivió una vida plena, la disfrutó sin treguas ni descanso, así como amaba intensamente escribir, se recreaba con tertulias que conocieron de noches interminables, de amaneceres con sabor al más puro placer de la vida, el deporte ocupaba parte de su existencia que procuraba llevarla con el mayor talante, con el cuerpo y frente erguidos, por todo aquello su vida la transitó con la dignidad de un hombre de bien, justo, solidario, leal, su caminar por las calles y caminos de Manabí supieron que Horacio no conoció de distingos de clases sociales, quería sentidamente una vida feliz para todos, por eso conversaba de sus inquietudes, de sus ilusiones, lo que conocía compartía.

Horacio fue un Doctor Honoris Causa de las letras, de la literatura, del conocimiento, su producción como escritor es cuantiosa, inconmensurable, sus merecimientos agotan cualquier posibilidad de describir en palabras su elevada estatura humana. Alcanzó con su obra las altas cumbres de las exigentes aspiraciones humanas, pero no conoció ni se envaneció con ambiciones bastardas, si alguna virtud debo relievar de Horacio era su desinterés, jamás buscó la opulencia, el enriquecimiento monetario, era un hombre honesto de mente y acción. El egoísmo, la envidia, la mezquindad, solo lograban su reproche, gozaba siendo guía y formador de juventudes, para volverlos mejores ciudadanos, el patrimonio que construyó con su trabajo y esfuerzo, la “Casa de Horacio”, la convirtió en un espacio para la promoción cultural, su casa dejó de ser un hogar privado para convertirse en un espacio para el quehacer cultural, cuántas ocasiones aquel sitio como él lo quería, lo disfrutó todo Portoviejo y todo Manabí, fue el escenario donde se organizaban veladas en las que se gozaba con la amistad fraterna, esa amistad sin condiciones ni límites, que él profesaba, la voz de sus amigos cantantes, el charrasqueo de guitarras y otros instrumentos musicales sonaban para el deleite de los asistentes, aquellas reuniones fueron saborizadas con brindis de copetines de nuestra tierra montubia, de bocadillos brindados con sentido afecto, su único deseo era hacer sentir bien a sus convidados, era un poeta que amaba hacer partícipe a sus amigos de sus vivencias, sus esperanzas, sus sueños, sus añoranzas.

La Universidad Laica Eloy Alfaro de Manabí le debe el más profundo agradecimiento a Horacio, es una institución que tuvo la fortuna de contar con su colaboración talentosa, creativa, dedicada, sin horario, estábamos conscientes como institución que teníamos el privilegio de tener en nuestro claustro al más grande promotor y activista cultural del Ecuador de los últimos 50 años, lo afirmo con todo el respeto y consideraciones que tengo para quienes han entregado su aporte a todo lo que significa manifestaciones del arte, del espíritu, aquello explica las frases que pronunció el exigente crítico literario y filósofo Dr. Fernando Tinajero, en la presentación de su Antología Poética en el Palacio de Cristal de Guayaquil, Horacio es único, es el auténtico poeta de la periferia del país, jamás se dejó contaminar por las enfermedades de la sociedad, por esa manera de ser nunca quiso separarse de su querida Manabí, aquí se sentía mejor que en ninguna otra parte, era un hombre de mundo, por eso apreciaba en su verdadera dimensión las bondades de su tierra manabita, por todo ello, su pensamiento, su voz oral o escrita, nunca dejó de ser revolucionaria, era un convencido que podíamos tener una mejor patria, su hábitat natural fue el del escritor de vocación y convicción, eso explica el porqué no aceptaba incursionar en el ámbito de la política,  su oficio, su pasión, era sembrar vida verdaderamente humana en el espíritu de la personas, hoy su hija Tatiana, brilla con luz propia, haciendo quedar muy bien a Manabí desde la Presidencia del Centro Cívico “Ciudad Alfaro”.

No debo extenderme más, el duelo de Horacio es un duelo que alcanza a todo Manabí, al campo y la ciudad, su fallecimiento enluta la cultura nacional y latinoamericana, en la que se ganó un gran espacio de cariño y distinción. Te vamos a extrañar mucho mi querido Horacio, te despides de la vida sin molestar a nadie, tu mente luminosa nos seguirá acompañando con el aliento de su optimismo y las páginas en blanco de anhelos espirituales que nos dejaste para que la escriban los que coincidían contigo el sueño de construir una sociedad libre, racional, humana, fraterna, donde jamás se deje de respirar el aire fresco y estimulante de la moral y la justicia.

 Descansa en paz Horacio.
Junio 8/2012

Darío Moreira Velásquez: Doctor Honoris Causa





Nada eleva más nuestra autoestima, nada nos motiva más humanamente, nada reconforta más nuestro espíritu, no existen otros momentos donde la alegría invade nuestros sentimientos y nos estimula a disfrutar de las más hondas satisfacciones, que cuando se nos convoca y somos testigos de un acto justo, cuando observamos en nuestra vida que los merecimientos son reconocidos. Dialécticamente se sostiene y me adhiero a ese criterio, que nada engrandece más a un ser humano, que cuando recibe el reconocimiento espontáneo y solidario de quienes lo conocen y saben de su trayectoria vital, cuando se valoran sus acciones y actitudes de personas que se destacan por sus virtudes, como resultado de un obrar correcto que no conoce de aprovechamientos indebidos ni de causar daño o perjuicio a los demás.

Ese es exactamente el caso de este acto solemne y único. Hoy es un día especial en nuestra patria, en la grande y en la chica, en el Ecuador y en Manabí, hoy aplaudimos una muy clara manifestación de justicia real, no asistimos por fortuna a un acto convencional y a veces mercantilizado de entregar una presea, un diploma, un certificado, un testimonio de agradecimiento, donde otorgantes y receptores coinciden y se ponen de acuerdo para rendir un “homenaje” a quien necesita de esa comedia falsa y de mal gusto para poder aparentar que vale algo cuando en realidad no vale nada, son los que con sus falacias y mentiras han herido de muerte la esperanza de mejores días de la sociedad ecuatoriana, eso explica los momentos de incertidumbre que vive el Ecuador, el que crezca la pobreza en nuestro país y se busque trabajo en otros países, el que su futuro aparezca nublado, el que existan espacios reducidos para ser optimistas, que tengamos que aceptar que ser optimista en el Ecuador, es colocarnos en la errada posición de ser “un pesimista mal informado”. La verdad que es nuestro deber decirla, es la que me lleva a sostener sin ambivalencias que lo importante en la vida no es llegar a ser, lo realmente valioso es merecer serlo, cualquiera puede ser nombrado para cualquier cargo pero pocos merecen ostentar altas dignidades o funciones públicas y también privadas. Hoy en esta Calceta bautizada por sus habitantes como “la sin par”, en esta ciudad donde el río Carrizal ha desbordado su exuberante y caudaloso aporte a sus campiñas, en esta comarca donde la vegetación de su inmenso valle reverdece los ideales y pensamientos de su ilustre patrono el Libertador Bolívar, en esta tierra donde la exuberante bondad manabita caracteriza a los calcetenses de ancestro, en esta ciudad de los más encendidos afectos que Darío Moreira Velásquez ha tenido en su proficua vida, en esta ciudad convertida en polo de desarrollo educativo y cultural de nivel superior, por la existencia de su Escuela Politécnica Agropecuaria, en este augusto recinto donde el conocimiento y la razón tienen la palabra, se ha resuelto honrar a quien merece ser honrado con un título honorífico, a quien optó en la vida justamente por ser un ciudadano de honor, por ello me siento íntimamente halagado como manabita, como amigo entrañable de Darío, se me haya brindado la inigualable y algo más que eso, la envidiable oportunidad, de decir unas cuantas fiases para expresar con la más profunda convicción que un hombre que escogió el sendero de ser una persona útil a su patria y a su Manabí natal, a los organismos a los que ha servido y sirve con talento y lealtad, a una persona probadamente decente, que ha nutrido permanentemente su acerbo de conocimientos, que ha enriquecido su espíritu en su caminar por la vida, merece se le confiera el título que hoy se le otorga, el de Doctor Honoris Causa, título que se jerarquiza más, cuando la devaluación del título de pregrado e incluso el de posgrado se han desmoronado ante una irrefrenable masificación de otorgamientos, ofertas, entregas o venta de títulos, incompatibles con el rigor que exige obtener un diploma de estudios en el nivel de la educación universitaria y politécnica.

Pero me quedo corto si no expreso en esta tarde ante tan selecto auditorio, ante este grupo de amigos y amigas, de familiares de Darío que lo acompañan en este imborrable acto de su grata existencia, que si bien es cierto el título que se le otorga reconoce sus méritos, él ostenta otro que se lo ganó con su comportamiento siempre caballeroso, honesto, respetuoso del derecho de los demás, esa membrecía es la de Señor, y a “todo señor todo honor” nos enseña el Código de la auténtica y genuina conducta humana. Darío es un graduado de la Universidad Central, pero es más que todo un graduado en la Universidad de la vida, por eso su conversación es una fuente, un manantial inagotable e insuperable del que fluyen a cada instante, torrentosas enseñanzas de sabiduría, de lecciones de vida, de contribución sincera, amplia y desprendida para el aprendizaje de los demás, y ahí tiene otro título que no lo enseña ni otorga ninguna Universidad, el de ser un educador por vocación y convicción, un maestro que entiende cabalmente su misión, que es la de ser un guía, un orientador, un facilitador del aprendizaje de quienes quieren realmente educarse y prepararse para enfrentar como buenos ciudadanos o ciudadanas, los enigmas y contradicciones que nos presenta de la vida, esa vida que Darío la aprendió a vivir y a vivir bien, nutriendo permanentemente su mente y su espíritu.

Darío Moreira Velásquez es un hombre de mundo en el mejor sentido de la expresión, es un ciudadano de mente universal, su acerbo de conocimientos le ha permitido ser un consultor y asesor principalmente en materia educativa y cultural de altos funcionarios del Estado ecuatoriano, de organismos internacionales, entre ellos menciono la UNESCO, la OEA, el Convenio Andrés Bello, prestigiosas y cimeras organizaciones de orden cultural y educacional, que siempre lo contaron entre sus más lúcidos funcionarios y amigos, ocupando ahí también por méritos, el sitial reservado a quienes se distinguen por la fecundidad en sus ejecutorias y su privilegiado talento.

Quienes realmente lo conocemos tenemos que definirlo como una especie de biblioteca de consulta, su universo y bagaje de conocimientos es tan completo que amerita esa definición, en él es fácil encontrar respuestas y opiniones acertadas sobre el complejo tejido social, las expresa y analiza con fundamentos, es un archivo viviente de la realidad nacional, de la latinoamericana y mundial, no sólo es un erudito conocedor de hechos y sucesos acontecidos a lo largo de la historia, tiene una cualidad notable y excepcional, sabe ubicar los acontecimientos en su verdadero contexto, les da la interpretación veraz y adecuada, por eso distintos Ministros de Educación del Ecuador no pudieron prescindir de su colaboración, las organizaciones internacionales siempre lo llamaron como asesor en materia de cooperación internacional, unos y otros, con plena conciencia que su inteligencia y claros criterios siempre alumbraron y encausaron las actividades que les compete realizar.

Si nos preguntamos a quién podríamos definir como un hombre culto en el más exigente sentido de la palabra, no vacilaríamos en sostener que Darío sería un indiscutible ejemplo de un hombre culto, su vasta formación en materia de lenguas y literatura, sus inquietudes poéticas, sus conocimientos como profesional formado en la Ciencia del Derecho, su formación sólida en el campo de la historia, su condición de educador de elevado rango, su humanismo derivado de su cabal entendimiento y comprensión de lo que significan virtudes y defectos de los seres humanos, sus multiplicadas vivencias y la experiencia acumulada por su dilatada gestión de servicio público, le permiten generar conceptos bien hilvanados y certeros de la idiosincrasia de los pueblos, todo aquello lo convierte en un personaje de singular linaje intelectual, que sabe interrelacionar muy bien la realidad de lo que significa la vida en su más diversas formas de manifestarse, tiene un agudo criterio de la ubicuidad de hechos y personajes, para diferenciar circunstancias y objetivos en el análisis de la heterogénea problemática social.

La tertulia de Darío Moreira es enriquecedora, inagotable. Personalmente me he alimentado de su ilustración y dominio del escenario de la vida. La Universidad ecuatoriana lo cuenta entre sus más distinguidos miembros y entre sus directivos y consejeros del más alto nivel, su colaboración se ha vuelto indispensable, si la familia de la UNESCO lo reconoce como uno de sus más preclaros y conspicuos miembros, la familia universitaria ecuatoriana y latinoamericana lo identifica y aprecia como uno de los líderes que la conocen en sus más hondas interioridades, en las fortalezas y debilidades del sistema de educación ecuatoriana, latinoamericana y caribeña, su extenso peregrinaje y participación en foros, eventos, seminarios, conferencias y otras cónclaves de similar característica, su amistad con lo más selecto del mundo académico de diferentes continentes, lo vuelven un autorizado expositor y critico de las diversas facetas y materias que forman parte del quehacer educativo en todos sus niveles, de la ciencia, de la tecnología, de las artes, es un altísimo exponente de ideas y tesis creativas e imaginativas, sus razonamientos provistos de lógica lo convierten en un discípulo aventajado de Kant, sus reflexiones con las que observa las diversas aristas de un problema, lo convierten en un seguidor inconfundible de Descartes.

Debo felicitar al Ing. Leonardo Félix López y a quienes integran el Consejo Politécnico de este joven centro de estudios politécnicos, por su acierto de haber tenido la iniciativa y asumido la decisión de rendir tan justo y cálido homenaje a Darío Moreira, su nombre y su accionar en la vida nos enorgullece a los manabitas, es un hombre que nos invita a querer más a esta tierra de los reales tamarindos, de los naranjos en flor, a esta región cuajada de ceibos y algarrobos, cuya fertilidad de sus valles y mesetas la han convertido en una despensa privilegiada de nuestro país, su diversificada y amplia producción la hacen un gran granero que evidencia el esfuerzo de nuestros campesinos, esta tierra hospitalaria, de quimeras, de ilusiones sin fronteras, de soles encendidos, de aguaceros y chinchos de agua que nos refrescan la vida, esta tierra cuya fecundidad parece ser la causante que de ella hayan brotado como frutos dignos de ser recordados, poetas, novelistas, maestros, historiadores, ensayistas y en fin incontables hombres y mujeres, cuyo pensamiento ilustrado ha encumbrado el nombre de Manabí para que sea una tierra querida y envidiada por quienes la conocen, de la cual además nunca dejaron de admirar el pensil de sus hermosas mujeres, como lo escribía con tanta percepción y sensibilidad en su soberbio poema, ese bardo que elevó el valor de la lira y el romanticismo como fue Elías Cedeño Jervis, esta tierra con olor a monte y sembríos, detiene esta tarde su siempre intenso y esforzado trajinar, para aplaudir a uno de sus hijos predilectos que siempre la hizo quedar muy bien.

En esta época donde el pleamar del consumismo ha obnubilado la mente de amplios sectores poblacionales, donde el desafío por tener ha eclipsado el derecho a ser, donde la tabla de valores ha sido devastada por pretensiones descontroladas de ambiciosos y arribistas que buscan poder y dinero, nuestro homenajeado ha mantenido incólume sus principios, su fortaleza espiritual no ha podido ser doblegada por tentaciones o presiones de toda índole que nos presenta la vida, su tránsito por la vida no ha conocido de sinuosidades, las señales de desvío no lo confundieron en lo que ha significado su proyecto de vida, por eso es de aquellos maestros que pasan a la posteridad educando con el ejemplo, es un socrático que aprendió del filosofo ateniense su deseo sin fronteras por aprender, por eso también sigue a Sócrates al adoptar como estilo de vida el desinterés, que como lo decía el renombrado filosofo es el alma de la virtud humana.

Manabí le debía un homenaje a Darío Moreira y que bueno que en la tierra de sus ancestros se lo hayan hecho. Siempre representó a nuestra provincia con dignidad y altivez, pocos como él conocen y describen con tanta profundidad y fidelidad nuestra realidad, domina nuestro pasado, le es familiar nuestro presente, visualiza con clarividencia nuestro futuro, sabe de nuestras tradiciones, de nuestro folklore, de nuestras costumbres, de las peculiaridades de nuestra raza montubia, de las grandes virtualidades de las tradicionales familias manabitas, conoce un poco más que todos nosotros de nuestra geografía, por eso sostenía que lo que dice Darío es aleccionador, orientador, nos permite ver las cosas tal como son, Darío es un manabita ilustre, su sencillez lo engrandece, sus merecimientos nos inflaman de sano orgullo a quienes lo apreciamos, por eso termino reafirmando que si la justicia es posible, hoy nos hemos congregado para ser participes de un acto muy justo. Darío tiene atributos suficientes para ser un Doctor Honoris Causa, decisión que tenga la más absoluta seguridad distinguido auditorio, de ella somos solidarios y se adhiere sin reserva y con la mayor espontaneidad toda la comunidad universitaria manabita, y sostengo, con las miradas complacientes y de buen agrado de toda la Universidad ecuatoriana y de amigos de Darío de diversas latitudes de nuestra América latina y caribeña. Lo repito, A todo señor todo honor estimado Darío.
30 de mayo de 2008

Alfaro y Plaza, pasión y traición



He realizado una lectura rápida del libro que con el auspicio de la  Editorial “Mar Abierto” de la Universidad Laica “Eloy Alfaro” de Manabí,  publica el intelectual manabita Gino Martini Robles, libro en el que  enfoca, con amplios y claros criterios, dos actitudes que sin duda tienen una estrecha vinculación con los comportamientos humanos: la pasión y la traición, la pasión capaz de generar las más encendidas  emociones o las más desconsoladoras vivencias, la traición que solo genera decepciones, desengaños, desprecio, resentimientos, rechazo, por la bajeza de esa injustificable e inaceptable actitud, de quienes no son capaces de tener la más elemental consecuencia para los que les han extendido su mano generosa y su amistad sincera y sin condiciones.

La obra que tiene un bien hilvanado sustento literario, está combinada con análisis de orden histórico, desarrolla las motivaciones y consecuencias de la pasión y la traición, describe sus características y las personifica con actores de la vida real, procurando poner en evidencia estas actitudes, para un  entendimiento de las reacciones humanas o las realidades sociales. El autor con pensamiento creativo y novedoso, analiza estos dos aspectos, vinculándolos al más transcendente proceso de transformación y construcción de un nuevo Ecuador que se produce con la  Revolución Alfarista de fines del siglo XIX y principios del XX,  proceso encabezado por un extraordinario ser humano y líder competente, de vastos conocimientos y clara comprensión del heterogéneo tejido social,  como lo fue el General manabita Eloy Alfaro Delgado, además de histórica,  la obra tiene la virtud de ser narrada con un estilo literario del género de la novela,  el autor demuestra ser poseedor de un pensamiento que permite captar la curiosidad del lector, de despertar su afán por conocer.  Haciendo gala de buen uso del lenguaje relata episodios de una etapa de la vida republicana, en la que están presentes la ironía y la crítica mordaz para lograr una bien sazonada narración, el indispensable ingrediente con una buena dosis de comentarios o análisis que apuestan por la sátira de buen gusto, por la incorporación del humor, que tanto atrae a quienes gustan de la lectura de algo descrito con inteligencia, con el debido conocimiento de episodios y partícipes, que  permitan ser  sarcástico en el análisis de algún acontecimiento o personaje a los que se refiere.

La pasión de Alfaro por construir una mejor patria, su vehemencia porque  brille la justicia, su lucha para que la libertad sea un derecho inseparable de la vida de las personas, su invariable anhelo porque la igualdad de derechos y oportunidades sea una alegre realidad, su sueño porque la armonía social sea el indispensable insumo para cultivar un ambiente de paz, su firme convicción porque la honestidad jamás deje de ser práctica permanente en la conducta de las personas, su propósito confeso y militante porque exista un país que garantice a plenitud el pleno goce de los derechos y garantías fundamentales de las personas, su adhesión sin renunciamientos ni falsos pudores porque la dignidad sea un atributo que forme parte de la vida en sociedad, su creencia sin dubitaciones porque exista una conciencia civilizada que respete derechos y se asuman concomitantemente responsabilidades, ese Alfaro que le confía a Vargas Vila, que sabe que los pícaros, los fanáticos, los farsantes, los desleales, lo traicionarán y  asesinarán,  el que con clara visión de lo que es la conducta humana y sus contradicciones, sabe que su sangre derramada levantará al país. La pasión por servir a sus semejantes, lo lleva a exclamar “la muerte no es nada, pero vivir vencido y sin gloria es morir cada día”. A esa postura de un hombre íntegro, idealista, merecedor de la confianza colectiva, se opone la del “amigo” que busca aprovecharse, que abusa de la sinceridad y buena fe, aquel personaje existe y es el que termina haciendo víctima de su actitud repulsiva a quien lo ha servido, ese “hombre hiena” que muestra sus dientes con una sonrisa falsa, cuando ataca a quien le ha brindado confianza, es el que no vacila en adular y hasta parece amable, pero en el interior de sus oscuros sentimientos está preparando el ataque a su benefactor, ese ser normalmente mediocre pero ambicioso de poder o dinero, es en la obra de Gino Martini Robles, representado por el general Leonidas Plaza, a quien Alfaro distinguió con su amistad y aprecio, ese “Placita” como lo llamaba inicialmente, es el que según el autor, por su desmesurada ambición de poder traiciona a quien le permitió crecer y formarse bajo su tutela, bajo su sombra, los hechos delatan la ambición de Plaza, aprovecha su buen físico y presencia y se casa con una miembro del feudalismo de la Sierra, por su cercanía y con el apoyo de Alfaro se hace Presidente del país, en el ocaso de Alfaro saca las garras y en la división de las huestes liberales mata a su contrincante el General Julio Andrade.
 
 Lo antes expuesto hace que el libro de Gino Martini Robles, se convierta en una valiosa contribución a la bibliografía de nuestro Manabí, que afortunadamente ha tenido personajes que con su intelecto, no solamente se han destacado al interior de los linderos provinciales, sino que han gozado de un reconocido prestigio nacional e incluso han traspasado con su producción intelectual, por su contribución a las mejores causas sociales, las fronteras patrias. Concluyo afirmando sin reservas, que es un libro que merece ser leído como  importante aporte a todo lo que vivió el país durante la Revolución Liberal que triunfa en 1895 y termina con la muerte de Alfaro en 1912, con posterioridad a aquello, el rostro social y humano que le inyectó Alfaro, degeneró en un liberalismo mercantilista e individualista, en el que el interés privado y el apetito por enriquecerse de unos pocos, sepultaron todo vestigio del proceso auténticamente revolucionario mentalizado y liderado por el inmenso General de Montecristi.
 

Presentación del libro "Ciudades Preventivas"





A estas alturas del desarrollo de la civilización humana, no quedan dudas de que el gran depredador de su propia especie y todo lo que lo rodea es el ser humano, carente de la menor sensibilidad para ser solidario, su vida generalmente la dedica al logro de ambiciones o a la satisfacción de placeres transitorios que van deteriorando su conciencia, relegando con esa actitud sus propias posibilidades de tener una vida saludable, tranquila, sosegada, que estimule sus ansias de vivir, liberado de tensiones que lo agobien, que al final terminan por afectar su propia supervivencia acortando su periodo de vida, se lo ha repetido, el "stress" con sus efectos colaterales de tensión y depresión, es en el mundo contemporáneo que vive agitado y a prisa el enemigo o asesino número uno de la existencia vital de las personas.

Por la reflexión antes expuesta, es que llegamos a la conclusión que la vieja tesis de Hobbes que el "hombre es el lobo del hombre”, se convierte en una sentenciosa realidad en la convivencia siempre conflictiva de los seres humanos, incapaces de vivir armónica y fraternamente, a diferencia de los demás seres vivientes que demuestran una natural tendencia a ser fraternos y solidarios. Esa verdad que ya no puede discutirse, explica como uno de los más agresivos vicios que destruye al mundo actual como es el cultivo, procesamiento, tráfico y consumo de drogas, se está convirtiendo en el más lucrativo de los negocios que en la actualidad conoce el planeta tierra, negocio que supera incluso al de la venta de armas, al todavía atrayente y antes muy repulsivo negocio ilícito del contrabando, e incluso a la venta de bienes de enorme atracción consumista como es el de la industria automotriz.

Lo grave de la comercialización de drogas es que en este negocio se incorpora un cruel y devastador asesinato de las mentes y organismos de las personas individualmente consideradas, a lo que debe agregarse que aquella actividad tan lucrativa incide en producir arrolladoras consecuencias en la conducta de las sociedades contemporáneas, las drogas no sólo generan por la desmesura en las ganancias de su comercialización, una excesiva atracción económica en las personas para ganar dinero fácil, sino que es un agente que va creando un clima de inseguridad, de temor, de degeneración genética, cuya influencia en la vida familiar y en la propia organización política de un país, están contribuyendo a crear hordas delincuenciales que están terminando por edificar un ambiente de intranquilidad que vuelve virtualmente invivible una vida con un mínimo de seguridad, lo evidente es que tenemos un sicariato en pleno auge, que no podemos engañarnos, tiene estrecha vinculación con el auge de carteles y de bandas de intermediarios vinculadas a la droga, que no conocen de escrúpulos y que definitivamente están secuestrando la tranquilidad de la sociedad, es triste admitirlo, pero ya no se está seguro en ninguna parte.

Mina Seinfeld afirma con toda razón: el consumo de drogas es un problema social que afecta al individuo, a la familia, al grupo social, a la comunidad, a la ciudad, al Estado, para contrarrestar esa dura realidad plantea la necesidad de implementar medidas preventivas, las cuales deben ser de carácter interdisciplinarias, si se considera que el uso de drogas provoca problemas de memoria y aprendizaje, de distorsión en la percepción, dificultad para el raciocinio, falta de coordinación, ansiedad, pánico, problemas en la gestación en madres consumidoras, depresión e incluso esquizofrenia, aparte de que puede influir en problemas cardiacos, infecciones o lesiones pulmonares, cáncer, envejecimiento de células, amnesia, psicosis, es decir una gama de afectaciones agresivas a la salud, que provocan daños o deficiencias irreversibles sobre áreas cerebrales críticas que deterioran la capacidad de pensar, influyen negativamente en la toma de decisiones, inciden en la voluntad, tres pilares sobre los que se asienta la democracia.

Desde otro ángulo de vista en los países o ciudades donde el consumo es elevado, aparte de volverse altamente inseguros, aumentan la prostitución, los índices de criminalidad, provocan malestares y conflictos diplomáticos entre países y obligan a la militarización de grandes extensiones de territorios nacionales, fomentan el terrorismo, provocan ausentismo escolar y el abandono de los estudios, obligando a que se utilicen cuantiosos recursos económicos para combatirlo, que a su vez disminuyen recursos para la salud, para la educación, para proteger una ecología comunal al descuidarse plazas y espacios verdes, la basura se apodera de las calles, en definitiva los ciudadanos inocentes son privados de sus derechos humanos como seguridad, salud, trabajo, libre circulación.

Por todo lo antes dicho la autora sostiene que siendo una enfermedad psicosocial debe ser tratada como tal, para ello plantea la conveniencia de la prevención que busca liberar a un adicto al que considera es un esclavo de las drogas. El adicto es un ser que está sufriendo y busca en las drogas un escape, una solución mágica que le permita tolerar una realidad que no puede resistir, lo que el adicto busca y quiere es muy simple, felicidad y ser aceptado y reconocido por lo que es. La prevención no sólo debe ofrecer tratamiento al adicto, debe ofrecerle caminos posibles para alcanzar felicidad y escenarios que le posibiliten enfrentar las presiones de la sociedad.

Pero Mina Seinfeld va mucho más allá de lo que parece a primera vista, advierte sin ambages, un adicto no reconoce entre drogas legales e ilegales, afirma que ambas son devastadoras, el alcohol, el cigarrillo y los psicofármacos son tan letales y adictivos como la cocaína, la marihuana o el éxtasis, la prevención no puede en consecuencia limitarse al campo de las drogas ilegales, debe evitar el ingreso al consumo de cualquiera de estas sustancias, por lo señalado sostiene que las campañas preventivas deben lograr la interacción entre familias, escuela, organizaciones no gubernamentales, medios de comunicación, instituciones políticas, solo así es posible atacar el flagelo de las drogas desde todos los ángulos posibles, con un mensaje que debe ser coherente, uniforme, claro, consistente, para evitar interpretaciones confusas.


Este trabajo por establecer campañas preventivas tiene ya programas concretos como "Forjando Liderazgo", cuyo objetivo es reducir la demanda de drogas en Latinoamérica el cual está promovido por la Red Interamericana de Prevención de Drogas (RIPRED) y la Drug Free American Foundation (DFAF), programa que tuvo su inicio en el año 2002, habiéndose realizado más de 70 seminarios que han dado origen a la formación de Redes de Comunicadores, Redes de Universidades, Redes de Padres como la denominada "Padres en la Ruta" en Córdova Argentina, que nació en 1997, igualmente se formó la Red La Paz en Colombia, la Red Amor Exigente en Brasil que fue adoptada en 1987 bajo la dirección de María Silvia Carvallho de Menezes, igual sucede con el Club de Lecturas en México, es decir existen hechos y esfuerzos tangibles que permiten afirmar que la campaña no ha caído en el vacío.

Mina Seinfeld concluye estableciendo las acciones concretas a implementarse para hacer efectiva la prevención, que deben ser interdisciplinarias y sistemáticas, debidamente articuladas, precisando que deben haber cuatro grupos claves en la campaña: a) el gobierno, b) las organizaciones no gubernamentales, c) la opinión pública y los ciudadanos en general, d) los especialistas (sicólogos, maestros, neurocientíficos, sociólogos, comunicadores, etc.), remarcando que las ciudades preventivas son claves, sosteniendo que las sociedades no se suicidan, pero necesitan de líderes capaces y entusiastas para organizar y entusiasmar al resto.

Afortunadamente para nuestro país, para Manabí, para Manta y orgullosamente para nuestra Universidad, nuestra apreciada catedrática Lic. Olga Vélez de Mendoza, ha dedicado su vida a proteger a los adictos, a cuidarlos, a orientarlos, a ayudarlos en sus tratamientos terapéuticos, habiendo convertido a Manta en la primera ciudad preventiva del Ecuador, a la que posteriormente sumó 12 ciudades más de nuestra provincia, colocándonos como pioneros en el Ecuador en campañas preventivas contra el uso y consumo de drogas, habiendo logrado establecer vinculación con organismos del Estado y organizaciones internacionales como RIPRED y DFAF a las que nos referimos anteriormente.

Para fines pedagógicos nuestra Facultad de Trabajo Social con su Decana, Lic. Olga Vélez de Mendoza a la cabeza, está trabajando en sectores marginales utilizando el Modelo de Intervención en la Realidad, de Boris Lima, que identifica 6 fases en el tratamiento del programa, la primera es la sensitiva que permite aproximarse a la realidad, a las personas, a las costumbres, a datos útiles y experiencias de orden económico, político, cultural, el objeto es captar al hombre común porque este vive y actúa prácticamente, la segunda fase es un conjunto de conocimientos que permite acceder a información técnica que proporciona datos sanitarios, antecedentes históricos, población, edades, ocupaciones, producción, estadísticas, esta es una fase exploratoria que sirve de base para detectar los problemas de la sociedad, la tercera fase es aquella con la cual se pretende aprehender las características generales y particulares en la cual se interviene, cuanto más se avance es esta fase, más se desarrolla el proceso de concertación, movilización e incorporación de la población, es cuando se incluye la técnica de dinámica grupal, la cuarta fase busca que la población se integre al análisis de los fenómenos que le son inherentes para determinar con objetividad la problemática, la quinta fase penetra en la elaboración de los modelos de acción que incluye asistencia social, capacitación, organización, movilización de la comunidad para mejorarla a través de la cooperación y la autoayuda, la sexta fase es la que se centra en la ejecución y control que implica encontrar la estrategia y la táctica para orientar, organizar y movilizar a la comunidad, imprimiendo la dirección correcta para logar el cambio deseado.

Descrito el modelo académico se lo puede adoptar en la construcción, fortalecimiento y desarrollo de las unidades preventivas, para ello se ha avanzado en la organización en la parroquia Manta de 37 barrios, en Tarqui de 39, en Los Esteros de 32, en Eloy Alfaro de 24, en San Mateo 7, en San Lorenzo 5 y en Santa Marianita 5, para aquello los estudiantes de Trabajo Social realizan pasantías en los lugares de tratamiento y rehabilitación de drogodependientes llámense clínicas, comunidades terapéuticas y otros sitios adecuados para estos fines.

Esta capacitación y pedagogía en la que tanto empeño ha puesto Olga Vélez de Mendoza busca integrar entidades y personas en su programa de prevención para desembocar en una conclusión categórica, el problema no es la droga ni su existencia, sino el individuo con sus realidades insatisfechas quien la busca, sin duda el gran problema social siempre será el comportamiento o conducta de las personas, la práctica de valores, su educación formativa, el poder contar con una sociedad que lo motive y no que lo deprima.

Justamente sobre estos temas, dos de nuestros más sobrios y auténticos catedráticos nos entregan aportaciones de un valor incuantificable, el Dr. Abelardo Ronquillo, nos ofrece lecciones de moral y ética en un libro que debe ser incorporado como texto obligatorio para ser leído y estudiado en Universidades y en todos los niveles educativos, queda muy claro sin la observancia de principios éticos y morales nada tiene ningún valor. El Lic. Guido Vásconez, nos nutre y orienta con la profundidad de su acerbo de conocimientos genuinamente académicos sobre lo que deben pensar y realizar las Universidades, que nadie discute deben buscar inalterablemente su mejoramiento, su excelencia, el encuentro con los nuevos desafíos y las propuestas para superar los grandes problemas que nos presenta el mundo contemporáneo, para ello debe revisar, y renovar su malla curricular en su parte formal y real, articular el trabajo académico para poder avanzar en la formación interdisciplinaria y transdisciplinaria, que viabilicen un conocimiento holístico de un mundo globalizado donde todo interactúa y para ello hay que poseer un conocimiento de las distintas variables y aristas de la compleja y heterogénea problemática social.

El libro Ciudades Preventivas incorpora también las vivencias y versadas opiniones de Franklin Alcaray del Castillo de Bolivia, de Beatriz Velásquez Muñoz de México, del Lic. Carlos Arriaga, de Luis Viale de Argentina, todos contribuyendo a reforzar la tesis de la prevención como la postura más eficaz para contrarrestar tan desbastador mal que sufre la humanidad como es el tráfico y consumo de drogas.
Julio 27/2010

La ética: una materia pendiente del mundo actual

Portada tentativa del libro del Dr. Luis Ronquillo Armas

Si algún texto tiene en las actuales circunstancias que vive la humanidad un incuantificable valor en materia educativa, es aquel que se refiere a la ética o conducta de las personas, en fin de cuentas al margen de creencias, doctrinas o ideas de cualquier orden, sean políticas, sociales, económicas, etc., si la conducta de una persona no está sustentada en un obrar honesto, sincero y transparente, la misma carecerá de la proyección o beneficio que para el colectivo social debe tener la actitud o posición que adopte una persona frente a la vida.

Por lo antes anotado el autor del texto al que me refiero, sostiene con toda claridad que la fuente "de los problemas no debe buscar explicación ni en la ciencia ni en la tecnología, sino que aquello se halla radicado en el pensamiento y en los actos, es decir en la ética y moral del protagonista de la historia que es el hombre", una verdad de enorme validez e importancia en esta sociedad sometida al imperio del mercantilismo, de la ambición desmesurada, a la falta de valores y a una irrefrenable corrupción.

Pero el libro "Ética general y profesional" del distinguido y auténtico educador Dr. Luis Ronquillo Armas, tiene la virtud que quien lo escribe, ha demostrado durante toda su vida con sus actos y no con palabras, ser un docente que ha educado con el ejemplo, eso le proporciona el aval de que su libro constituya una recopilación debidamente interrelacionada de hechos históricos y de ciencias que influyen en las concepciones que se puedan elaborar a partir del conocimiento, aquello explica el porqué en el Capítulo 1 del Libro, se comienza por familiarizar filosofía, ética y moral, consciente que desde que los griegos colocaron a la filosofía en la cumbre de las inquietudes y sabiduría de las personas, la misma pasó a convertirse en aquella ciencia que nos conduce a investigar la verdad y a tratar de descubrir todos los enigmas invisibles del cosmos, de las contradicciones, de las virtudes y defectos de las personas, por todo lo indicado el autor señala "los humanos no son sabios pero si aman la sabiduría pueden volverse filósofos", ubicando a la filosofía como la ciencia del saber lo cual incluye que la misma también se preocupa de la ética y de la moral.

Es importante resaltar que el autor precisa con mucha claridad, la diferencia entre lo que es ética y moral, haciéndonos notar que la ética como ciencia social se sustenta en los principios de la filosofía para la búsqueda y construcción metódica del conocimiento relacionado con la moral, estableciendo con diafanidad que la ética en definitiva realiza el estudio específico del comportamiento humano, es decir todo aquello que está vinculado y responde a la forma de proceder de una persona, en resumen la ética es la ciencia de la conducta humana y junto a la filosofía comparten y privilegian el uso de la moral y la razón para alcanzar la verdad. La moral en cambio está vinculada en su significado con las costumbres, con aquellos actos que se traducen en hábitos, que a su vez son elementos que intervienen en el proceso del aprendizaje y asimilación. Las costumbres son adquisiciones individuales en las que intervienen factores bio-psíquicos, bajo la influencia del entorno natural y humano, puesto que cada individuo como miembro de un grupo humano está sujeto al inevitable influjo social.

El autor en su afán de abundar en afirmaciones precisas, advierte que ética y moral se encuentran en el mismo terreno, ambas se refieren a la conducta de los seres humanos, la ética como actividad eminentemente intelectual y la moral como actividad práctica, la definición más amplia y completa que recoge el texto es la que sostiene que “la moral es un sistema de normas, principios y valores, de acuerdo con el cual se regulan las relaciones mutuas entre los individuos o entre ellos y la comunidad, de tal manera que dichas normas que tienen carácter histórico y social se acatan libre y conscientemente por una convicción íntima y no de un modo mecánico interior e impersonal".

De la definición antes expuesta se infiere que la moral como conjunto de valores y de reglas de acción, es aquella que se propone a los individuos y a los grupos humanos por medio de diversas circunstancias como es el caso de la familia, la iglesia, la escuela, etc., que para aclararlo mejor el autor, reproduce el criterio de Foucal señalando que la moral equivale al comportamiento real de los individuos en su relación con las reglas y valores que se les propone.

El texto en su propósito de abarcar todo lo que tenga relación directa o indirecta con la ética y la moral, puntualiza lo que debe entenderse por moral y moralidad, la una la moral, como la que se refiere al conjunto de principios, normas imperativas o ideas morales de una época o una sociedad, en tanto que la moralidad hace referencia al conjunto de relaciones efectivas o actos concretos que cobran un significado con respecto a la práctica de la moral, esto es, la moralidad se vincula con el carácter del hombre, en tanto es capaz de actuar en correspondencia del bien y establecer juicios en función de este valor moral.

En una visión sobre la pluralidad y/o diversidad de las morales, el autor sugiere que aquello permite reflexionar sobre la moralidad como una actitud del ser humano que piensa bien y actúa bien con respecto al bien individual y social que pretende alcanzar, en síntesis, se trata de una expresión de la persona orientada hacia lo bueno.

En el muy amplio estudio realizado por el Dr. Ronquillo Armas sobre tan importante aspecto de una sociedad, incorpora también criterios sobre la inmoralidad y establece didácticamente que en el campo de la moralidad la conducta humana es positiva y reconocida como buena, mientras que en el campo de la inmoralidad la conducta es negativa e indeseable, haciendo notar la paradoja de un ser humano que es protagonista de conductas contradictorias, que en ocasiones actúa bien o mal, es decir somos buenos o somos malos, por ello sostiene el autor que “la inmoralidad es la antítesis de la moralidad y se produce por la oposición del sujeto moral a la norma, esto es que el sujeto predispuesto a la inmoralidad se opone a la norma moral, invierte su significado y la contradice realizando el acto que prohíbe”, en esa escala de seres inmorales, el autor menciona al mentiroso, al impuntual, al desleal, al agiotista, y agrega que el acto de mentir es una conducta negativa que oculta la verdad y al hacerlo cae en el campo de la inmoralidad, por ello el autor con claro criterio la ubica como el primer paso para llegar a la ilegalidad.

En el vasto estudio realizado por el Dr. Abelardo Ronquillo, busca precisar también lo que significa la amoralidad, que en síntesis es una acción que se realiza sin moral y al señalar casos que ejemplifican la amoralidad, menciona el caso de un sujeto que ha perdido la conciencia por ingerir alcohol o consume cualquier tipo de estupefacientes, lo cual lo transforma en un sujeto que actúa al margen de normas morales esto es amoralmente, lo amoral no reconoce códigos de conducta, le es igual actuar bien o mal, honesta o deshonestamente, sincera o falsamente.

El origen de la moral debe entenderse nace con el ser humano, cuando comienza a tenerse la suficiente capacidad de raciocinio y vivencias que le permiten diferenciar lo que está bien de lo que está mal, de tal manera que no se puede desprender el entendimiento y práctica de la moral de los procesos históricos vivido por la humanidad, por ello en el análisis de ciertos historiadores sobre un origen ahistórico de la moral, lo lleva a la conclusión de que en ese caso la moral tendría tres fuentes de orígenes: a) Dios como su único origen y fuente de la misma; b) La naturaleza también como la que da origen a la existencia de la moral; c) El hombre impersonalmente considerado como el creador de la moral, aquel criterio basado en ese ahistoricismo al que antes nos referimos, hace que Darwin afirme que “los animales conocen casi todos los sentimientos naturales de los hombres, amor, felicidad, lealtad, etc.", a lo que me permitiría agregar que a veces los animales demuestran un sentimiento más elevado de sensibilidad que los seres humanos, por ello son menos depredadores y más solidarios que los humanos, por eso muchos de estos (humanos) desconocen lo que significan el valor del amor, de la felicidad, de la lealtad, convirtiéndose en seres que sólo sirven para causar daños o perjuicios por su infeliz proceder.

Dentro de la concepción histórica el autor reivindica una concepción antropocéntrica de la moral, en cuyo centro está el ser humano real que piensa, actúa y hace historia en el mundo social y natural al que pertenece, porque sin duda hay que insistir el ser humano es el gran gestor de la historia, porque es el que modifica permanentemente sus maneras de vivir, es el que genera y sistematiza formas habituales de vida y progresivamente va adquiriendo costumbres, cuya importancia radica en que nunca dejó de ser la norma reguladora de su relación con los demás. De de todo lo expresado se infiere que la moral sólo puede surgir cuando el ser humano deja atrás su actitud primitiva, natural, instintiva y adquiere una naturaleza social, es decir, cuando ya forma parte de una colectividad regida por una normativa.

En su muy fundamentado texto, el autor advierte como buen catedrático que la actividad humana provista del debido conocimiento, se constituye en un proceso intelectual y moral para resolver problemas concretos de los miembros de la sociedad, como contribución a aquello que se denomina bien común, por eso sostiene "que la profesión no es solo una ocupación permanente de individuos altamente capacitados y comprometidos con el ideal de servir a la sociedad, sino que la realización de este ideal constituye la suma de esfuerzos altruistas para alcanzar la finalidad ulterior del bien común", por ello agrega que hay que determinar el beneficio que aportará el trabajo de los profesionales a la sociedad, debiendo entenderse que el bien común se refiere al bien que comparten todos los miembros de una sociedad, sin excluir por supuesto al propio profesional.

Con el ánimo de no alargar este prólogo y más allá de las necesarias reflexiones que me he permitido formular de la lectura del texto, en cuyo amplio contenido incorpora todo aquello que está vinculado a la ética y a la moral, reafirmo mi criterio de que este es un texto de un inconmensurable valor, de suprema actualidad, si se consideran las actuales circunstancias que vivimos, por eso este texto significa un extraordinario aporte a la Universidad, a nuestros docentes y a nuestros estudiantes, a nuestro personal de funcionarios y trabajadores, sí admitimos que la sociedad contemporánea atrapada en el pleamar del mercantilismo y el apego a lo monetario, descuidó la práctica de valores, sin cuyo soporte es imposible pensar en mejores niveles de bienestar compartido o de una mejor calidad de vida, por todo ello privilegiar la ética, el renacer de valores y el tener conductas apegadas a la moral, se vuelve el principal desafío para enderezar un mundo donde el tráfico de estupefacientes, el indetenible comercio ilícito de armas, unido a la voracidad de financistas convertidos en atracadores del dinero ajeno, imponen a la sociedad reaccionar para que sancione con el desprecio que se merecen aquellos que con repugnante ruindad, se enriquecen a costa de aprovecharse de los demás y eso es inmoral, por eso es humanamente motivador leer el texto del distinguido profesor Dr. Abelardo Ronquillo Armas, quien sí merece el alto título de Maestro con mayúsculas.

En una época donde los vicios se los elevan a la categoría de costumbres, donde la ética es materia pendiente en el mundo desarrollado y subdesarrollado, en Escuelas, Colegios y Universidades, el libro que me honro en prologar enriquece no sólo el acerbo bibliográfico de la Universidad, sino el espíritu y el intelecto de quiénes somos y nos sentimos parte de ella.
(Texto que conforma el prólogo de la obra Ética general y profesional de Luis Ronquillo Armas, que próximamente Editorial Mar Abierto estará publicando)

Ciudades preventivas


El libro "Ciudades Preventivas" de autoría de varios profesionales que han venido trabajando sin descanso por favorecer campañas orientadas a persuadir a la sociedad y especialmente a la juventud, que no se deje seducir o atrapar por el consumo de drogas o estupefacientes, significa una muy alta contribución de indiscutible contenido social, que enfrenta uno de los más graves y crecientes problemas del mundo contemporáneo.

El consumo de drogas, entre los más conocidos, la marihuana, cocaína, heroína, no sólo está depredando la salud y la tranquilidad de la sociedad de nuestros tiempos, sino que se ha convertido desgraciadamente, en el más agresivo insumo para la formación de bandas de crímenes organizados, financiados por quienes trafican con el comercio de drogas que va penetrando cada vez más en las fuerzas encargadas de mantener justamente la seguridad y el orden (Policía y Fuerzas Armadas), si es que consideramos que el narcotráfico es uno de los "negocios" más lucrativos y que más dinero mueve en el mundo.

El libro sin duda tiene un alto contenido humano en el que se enfatiza que no puede la sociedad considerar al drogadicto o al que usa cualquier tipo de estupefacientes, como alguien a quien hay que condenar por algo delincuencial, son adicciones que lejos de constituir actitudes en las que el sujeto que consume busca obtener provechos del vicio o desafían la organización social, su adicción se va convirtiendo en algo enfermizo que requiere una buena dosis de comprensión y un adecuado tratamiento profesional, tanto en el aspecto sicológico como en el aspecto médico. Los autores advierten la necesidad de abordar el tema desde un punto de vista sistémico y multifocal, por su incidencia negativa en todos los estratos de la sociedad, no es un problema de carácter individual, por eso plantean que la acción preventiva debe emanar de entidades públicas, de sectores privados, de ONGs (organizaciones no gubernamentales), desde organizaciones de la sociedad civil y contando siempre con la colaboración ciudadana.

El libro advierte que los efectos del consumo de droga son difusos, crean problemas de memoria y aprendizaje, distorsionan la percepción y crea dificultades para razonar, afecta la coordinación, genera taquicardia, ansiedad, pánico. A largo plazo puede crear problemas cardiovasculares, afecta a niños cuyas madres usan droga e incluso subrayar puede causar hasta cáncer. Lamentablemente es un problema social que crece de manera multiplicada y los centros calificados para el tratamiento que existen son insuficientes.

Como medidas a implementar destacan la necesidad de realfabetizar al preventor que les permita familiarizarse con un código de comportamiento del joven, para viabilizar una adecuada comunicación de doble vía entre el preventor y el consumidor, el preventor debe estar atento a la realidad de los jóvenes porque su felicidad es su último objetivo, advirtiendo que el preventor debe meditar sobre el dolor que genera el fracaso de una campaña preventiva por una mala praxis.

Todo lo expresado hace que la Universidad Laica "Eloy Alfaro" de Manabí valore en alto grado esta publicación, que tiene el aval de expertos conocedores del tema, estudiosos del problema, entre los que se incluye nuestra docente, Decana de la Facultad de Trabajo Social, Lic. Olga Vélez de Mendoza, quien ha dedicado gran parte de su vida a colaborar con la prevención del consumo de drogas.
(Texto perteneciente a la presentación de la obra Ciudades preventivas -libro colectivo- que editorial Mar Abierto estará publicando en los próximos meses)

La paz un objetivo de vida

Sin duda alguna el principal bien de una sociedad es vivir en paz, para que ello sea posible es necesario que exista una condición que resulta indispensable para lograrla, estar en paz con nosotros mismos, si no existe esa condición seremos proclives a la conflictividad, a provocar controversias, a dejarnos llevar por la actitud agresiva que desemboca en acciones de violencia verbal e incluso física, lo cual traerá como resultado el que exista desunión, falta de armonía, confrontaciones, todo lo cual incide en la profundización de desencuentros entre personas que son parte de una misma comunidad o grupo social.

Pero lo que nos preocupa no son las conductas individualmente adoptadas, aquellos es humanamente saludable y conveniente, pero el análisis que interesa es el comportamiento socialmente considerado, eso nos exige ser tolerantes, admitir que las sociedades son heterogéneas, que no debemos juzgar prejuiciadamente, que debemos controlar nuestros impulsos, no dejar que se desborden nuestras pasiones, no actuar de esa manera es alentar enfrentamientos entre personas o grupos de personas que conforman una comunidad y eso es socialmente negativo.

El gran líder de la independencia y demócrata mexicano Benito Juárez, sostenía con mucha razón que la paz es el respeto al derecho ajeno, y ese es exactamente el punto de partida para alcanzar la paz, sino respetamos atribuciones de los demás, sino sometemos nuestras facultades y deberes a lo que establece una normatividad jurídica, llegamos al punto en el que atropellamos, actuamos abusivamente y cuando eso sucede estamos construyendo una cultura de irrespeto, de hacer lo que nos parece, sin comprender que con esa actitud sólo sembraremos conflictos entre los miembros del colectivo social, es decir alentamos lo que termina por ser una especie de guerra civil, donde prescindimos de códigos de comportamientos y cada cual actúa de acuerdo a su personal criterio o lo que es peor por el interés que lo motiva.

Para volver pertinente este mensaje, es necesario que situemos nuestras palabras en el contexto del acto al que nos han convocado los organizadores de este evento, que trasciende lo local, desborda lo nacional y nos invita a reflexionar y debatir sobre aquellos conflictos o guerras vividas por la humanidad, donde la ambición por el poder no respeta el derecho de los Estados que integran el conjunto de naciones del mundo, como consecuencia de esa situación se vulnera el principio de la igualdad jurídica de los países, el derecho a la no intervención y la autodeterminación de los pueblos, se agrede la soberanía de los Estados y se incuba una actitud belicista, donde el país más fuerte, más armado, es el que impone sus planes expansionistas de dominio del mundo entero, del control de todos los recursos políticos y económicos, con lo cual crecen las desigualdades y con ello las inequidades, las injusticias, se forma una división entre países ricos y países pobres, entre quienes mandan y quienes obedecen, en definitiva se produce una ruptura de una relación equilibrada y respetuosa entre todas las naciones, relación que para que sea igualitaria debe prescindir del poderío económico de cualquier país para no generar el nacimiento de poderosos y débiles, de imperios y de grandes potencias, donde el fuerte impone su ambición de ser juez y árbitro del mundo, el que impone las condiciones en las relaciones bilaterales o multilaterales, surgiendo una actitud prepotente y dominadora de la que inevitablemente nacen las guerras, que en el mundo moderno dejaron de ser con armas convencionales y se las decide con el uso de armas nucleares con tan desbastadoras consecuencias para la humanidad que convertirían el mundo entero en un campo de batalla, en un cementerio masivo de personas inocentes e indefensas, desaparece todo vestigio de las libertades y garantías fundamentales que tanto costaron al ser humano conseguirlas, lo único que existirá será el condenable delito del genocidio, habrá desolación, nos convertiremos en escombros, eso es lo que hemos escuchado de las víctimas que todavía sobreviven de lo que fue el repugnante bombardeo de Hiroshima y Nagasaki, por eso como Universidad creemos firmemente que la paz es un camino que se construye diariamente, por ello saludamos con satisfacción la presencia de este crucero cargado de gente con afanes pacifistas que navega por los mares del mundo a bordo del Peace Boat (Barco de la Paz), multiplicando y comprometiendo adhesiones para una vida en paz.

Para tranquilidad de los ecuatorianos la actual Constitución vigente proscribe la posibilidad de establecer bases militares extranjeras en territorio nacional, cuyo establecimiento produce intranquilidad y provoca inevitables fricciones entre distintos grupos humanos y países.

Finalmente no olvidemos la tesis sostenida por la UNESCO, si es en la mente de los hombres donde se siembra la cultura de la guerra, es en la mente de los hombres donde debemos cultivar una cultura de paz.

Horacio: parte del patrimonio de Manabí


 

Horacio es un nombre histórico de un ilustre literato que vivió y estudió entre Roma y Atenas, conoció del más cimero esplendor de la cultura, supo lo que era el poder del imperio romano en sus inicios y supo también del poder del pensamiento luminoso de Atenas, en aquel profundo e irrepetible filosofar de los griegos. Pero al Horacio al que quiero referirme no ha heredado genéticamente el nombre de ese célebre poeta italiano, es nuestro, es manabita, su nombre lo hereda de su ilustre padre, Don Horacio Hidrovo Velásquez, el novelista símbolo de Manabí, que narró haciendo un apropiado uso de ficciones y realidades, con su palabra privilegiada, la renombrada novela “Un hombre y un río”, ahí relata con el mejor y más florido lenguaje el drama de las familias campesinas manabitas, de aquellas que nunca dejaron de defender su honor y su virilidad, no aceptan que nadie reduzca ni abuse de sus derechos, subjetiva u objetivamente considerados, la narrativa de Horacio Hidrovo Velásquez retrata a ese montubio manabita que con todo afecto cultivaba y amaba su parcela de tierra, que criaba sus animales domésticos y que no admitía a nadie tocar lo que había logrado con su trabajo y esfuerzo realizado de “sol a sol”, es decir que lo había obtenido laborando desde que aparecía el sol hasta que este se ocultaba y aparecía el oscurecer de la noche.

Pero no es a Don Horacio padre y su reconocida obra literaria al que quiero dedicarle unas cuantas frases, es a su mejor obra humana, su hijo Horacio Hidrovo Peñaherrera, el amigo sin tacha, el trovador de noches sin horarios, el bohemio que escanció largos tragos de “Cuba libre” su bebida favorita, a ese enamorado sin pausas de la belleza, de la sensibilidad y dulzura de las mujeres, el deportista de singulares atributos, el aficionado que hinchó con pasión sin límites por el equipo de Manabí, por su Liga de Portoviejo, ese trotamundo que ha paseado su talento literario en incontables foros nacionales e internacionales, donde su voz y su pensamiento fue escuchado con respeto y atención, aquel ser humano que nunca dejó de caminar por las calles de Portoviejo con la hidalguía de su idealismo sin dobleces, con la alegría de su espíritu siempre inquieto y renovado, con la decencia de su acrisolado humanismo, al que le fue siempre igual jugar tennis con los “aburguesados” del Tennis Club de Portoviejo y frecuentar con inalterable personalidad y talante mercados y barrios pobres de la ciudad, de ese Portoviejo que él la adoptó como su ciudad y que la ciudad le correspondió considerándolo como un hijo predilecto de la misma, sin que ello le haya impedido jamás dejar de sentirse orgulloso de su Santa Ana natal, de cuyo parque, de las torres y campanas de su iglesia principal, de sus calles polvorientas, de sus campiñas verdes y hospitalarias, nunca borró de sus mejores recuerdos, fue ahí donde aprendió a sentir lo hermoso de la solidaridad y hospitalidad humana, por eso jamás dejó de llevarla en el más afectuoso lugar de su memoria, por eso Horacio conjuga en su forma de vida un campesino de las más acentuadas costumbres montubias y al ciudadano capitalino, al que las etiquetas y los convencionalismos no lo pudieron atrapar, su sencillez y su calidad humana lo delatan como hombre de superior valía ciudadana, por eso paseó sus virtualidades sin reverencias y con un claro sentido de lo que significa realmente vivir, por eso no se siente deudor de nada ni de nadie, su personalidad no le permite columpiarse entre acomodos y falsas posturas, es simplemente el gran poeta y una insignia cultural de Manabí.

Horacio con su palabra elocuente, con su alma encendida para describir atributos como solo él puede hacerlo, se convirtió sin buscarlo, en el proclamador vitalicio e irremplazable de las Reinas provinciales y la de todos los cantones manabitas, a todas les regalaba frases poéticas que las emocionaba y las hacía sentir como Horacio quería, únicas y bellas. Ese escritor sin descanso dueño de una cuantiosa y multiplicada producción bibliográfica, ese Horacio que creó el espacio cultural de la “Flor de Septiembre” en su querido Colegio Olmedo, del que siempre fue un emblemático profesor, ese poeta que creó la más profusa actividad cultural en Manta, desde la dirección del Departamento de Cultura de la Universidad Laica Eloy Alfaro de Manabí, ese empedernido narrador romántico de vivencias y anhelos, que nunca abandonó su apasionada e innata vocación por el arte y la cultura en su actitud siempre izquierda y repleta de ilusiones, quiso convertir su hogar familiar en la posada y sitio de reuniones para que los amigos de lo cultural y artístico tuvieran un lugar de encuentro, por ello crea la “Casa de Horacio”, ese poeta, novelista, ensayista, al que Portoviejo y Manabí le guardan lo más altos y deferentes aprecios, llega al atardecer de su existencia, para que en acto de la más severa justicia, el Ecuador como país, a través del Gobierno del Presidente Eco. Rafael Correa Delgado, lo corone con el premio Eugenio Espejo y reconozca su extraordinaria obra en el campo cultural, su siembre es incuantificable y sin medidas, no quedan dudas para los que saben valorar lo que realmente tiene trascendencia, el más grande activista cultural del Ecuador, es un manabita brillante, Horacio Hidrovo Peñaherrera, el ser humano de incontables amigos y amigas, el ciudadano de nítido proceder, el escritor literato de talento privilegiado y de un exquisito uso de la palabra, me obligan a sostener sin sutilezas ni ambages, que la posteridad histórica lo colocará a la hora de hacer un balance de su vida, como un patrimonio eterno de Manabí, como un referente de la cultura no sólo manabita, sino nacional y latinoamericana, Horacio es único, nunca dejó de vestir el traje de su espontaneidad, de un ser humano de elevada calidez, sin poses, no conoció en el trajinar de su vida ni la arrogancia ni la petulancia, se dedicó a entregar al país una frondosa obra literaria, es un escritor de oficio y creativo, qué más podía ser con su trayectoria de hombre con una estatura humana que rebasa lo normal, convertirse en lo que se ha convertido, en un hijo predilecto del Manabí profundo, en ejemplo de quienes buscan transitar y recorrer los caminos de los cultores de la inteligencia y del espíritu.

 
Los enigmas de la naturaleza, cuando la serenidad de sus neuronas lo invita a disfrutar de la vida apacible, de la tranquilidad de la tertulia sosegada y sin apuros, disfruta respirando el aire puro de la campiña, se solaza con la deliciosa comida de la región, con el sabor inimitable del café manabita con panes de yuca, con tortillas de maíz, con torta de choclo, con las bolas de plátano con chicharrón o preparadas con el rico queso manabita, con los corviches y empanadas, por eso se deleitó siempre cuando atendió a sus amigos poetas y literatos en su oficina en Manta o en su casa de campo de Sasay, a la cual él quiere convertir en un Museo del Manabí de ancestros profundos, es un soñador al que las diques de las dificultades no lo estorban en sus afanes de edificar proyectos que lo hagan vivir soñando como él lo desea.

La espontaneidad sin represas mentales que caracterizan a Horacio, le permitió siempre y le fue fácil tratar a quienes estima como hermana o hermano, ese es su saludo predilecto, afectuoso y fraterno, por ello genera confianza en sus amigos y amigas, eso lo tradujo frecuentemente en un abrazo cariñoso, por eso multiplicó y cultivó innumerables contertulios para hablar de sus anhelos espirituales, de su pensamiento literario, de su amor por las cosas buenas de la vida, de sus afanes sin fronteras porque la paz sea la que prevalezca en la vida social que él siempre la quiso justa, digna, armoniosa, libre como el paso del tiempo, que ahora le recuerda a Horacio que las madrugadas son inolvidables, que el día nos clarifica el camino de la vida, pero que existen las tardes donde la placidez del fin de la jornada nos invita al recuerdo de hermosos momentos vividos, esa debe ser la más grata recompensa y el mayor tributo a los buenos momentos vividos, porque después de todo y a pesar de todo la vida sigue siendo buena, como lo decía su renombrado padre Horacio Hidrovo Velásquez, las incomprensiones y bajezas humanas jamás alteraron su estado de ánimo, invariablemente calmado y alegre.

Si algo enaltece a Horacio es el alto valor que da a la amistad, su "gallada" es selecta y al mismo tiempo numerosa, pero su apego a la música para animar sus jornadas literarias y aquellas de esparcimiento y recreación, siempre tuvo en primera fila en todos sus actos a los que compartían su forma de ser, menciono unos pocos, el "flaco" Alberto Cedeño es para Horacio dueño de una voz privilegiada, "Pepito" Mendoza le hace sentir que la guitarra canta melodías indescriptibles, los hermanos Mera con Elizabeth como vocalista no podían faltar en su convocatoria a los artistas de selección, Víctor Manuel Cedeño y Hernando Mendoza han sido y siguen siendo sus compañeros de farra, cuanto los estima Horacio y cuanto lo quieren a él, sin ellos para Horacio la fiesta era incompleta.

Hombre de varias casas, la que habita con su respetabilísima familia, la Casa de "Horacio" que él ha querido forme parte del activo de la cultura manabita, la Casa de la Cultura de la que ha sido uno de sus antiguos miembros predilectos, su casa de descanso de Sasay, el Colegio Olmedo al que él no olvida y al que tampoco lo olvidan, esa casa que él contribuyó a construir con su trabajo fecundo, que es la casona universitaria, esa casa de estudios alfaristas, su Universidad Laica "Eloy Alfaro" de Manabí, a cuyo nombre y representación asistí a la entrega de su premio Eugenio Espejo, que le llega en el momento en el que ha alcanzado la mayor madurez y experiencia literaria, con la serenidad de sus neuronas, con la luminosidad de su privilegiado talento, que le ha permitido con la contribución de su equipo de promotores culturales edificar la más espectacular obra cultural en Manabí y el Ecuador, con mis excusas a quienes no comparten mi afirmación, los hechos lo demuestran, el Festival Internacional de Teatro que se celebra anualmente en Manta y que se ha extendido a otras ciudades del país, el Festival Internacional de Danza, el Festival local e internacional de Cuentos, el Festival de Coros, sus Talleres literarios, de pintura, de ajedrez, su deseo de que la música tenga un espacio en la formación técnica de nuevas voces, sus afanes vehementes por que el cine no sea un privilegio de Hollywood, lo llevaron incluso a vestirse de actor cinematográfico, su pasión por los Encuentros Internacionales de Poetas e Historiadores, le han permitido a Manabí tener como huéspedes a personajes impensables, a lo más selecto de la cultura latinoamericana, cito unos pocos nombres, Enrique Anderson Imbert, Fernando Alegría, Eduardo Galeano, Claude Coufon, Lorenzo Fuentes, entre los extranjeros, a todo lo destacado de la cultura nacional, se puede pedirle algo más a un promotor y activista cultural, sólo nos toca reconocer en Horacio Hidrovo Peñaherrera, un manabita excepcional, un hombre de cultura difícil de ser imitado y mucho menos igualado, por eso ese millón trescientos mil manabitas a los que quiso dedicar tan merecido premio, lo aplauden, lo felicitan, se sienten emocionados y participes de tan especial reconocimiento, sus amigos y amigas que son incontables, lo celebramos y exclamamos "Salud Horacio", tenemos el alma embriagada de satisfacción, solamente sabemos que el premio lo mereces, que este es uno de esos escasos actos de justicia que nos regala la vida, que siempre la quisiste fraterna a despecho de los traficantes de la extinción humana, con tus amigos sólo aceptaste librar una guerra, la que lucha contra toda posibilidad de conflictos armados o bélicos.