lunes, 27 de agosto de 2012

La ética: una materia pendiente del mundo actual

Portada tentativa del libro del Dr. Luis Ronquillo Armas

Si algún texto tiene en las actuales circunstancias que vive la humanidad un incuantificable valor en materia educativa, es aquel que se refiere a la ética o conducta de las personas, en fin de cuentas al margen de creencias, doctrinas o ideas de cualquier orden, sean políticas, sociales, económicas, etc., si la conducta de una persona no está sustentada en un obrar honesto, sincero y transparente, la misma carecerá de la proyección o beneficio que para el colectivo social debe tener la actitud o posición que adopte una persona frente a la vida.

Por lo antes anotado el autor del texto al que me refiero, sostiene con toda claridad que la fuente "de los problemas no debe buscar explicación ni en la ciencia ni en la tecnología, sino que aquello se halla radicado en el pensamiento y en los actos, es decir en la ética y moral del protagonista de la historia que es el hombre", una verdad de enorme validez e importancia en esta sociedad sometida al imperio del mercantilismo, de la ambición desmesurada, a la falta de valores y a una irrefrenable corrupción.

Pero el libro "Ética general y profesional" del distinguido y auténtico educador Dr. Luis Ronquillo Armas, tiene la virtud que quien lo escribe, ha demostrado durante toda su vida con sus actos y no con palabras, ser un docente que ha educado con el ejemplo, eso le proporciona el aval de que su libro constituya una recopilación debidamente interrelacionada de hechos históricos y de ciencias que influyen en las concepciones que se puedan elaborar a partir del conocimiento, aquello explica el porqué en el Capítulo 1 del Libro, se comienza por familiarizar filosofía, ética y moral, consciente que desde que los griegos colocaron a la filosofía en la cumbre de las inquietudes y sabiduría de las personas, la misma pasó a convertirse en aquella ciencia que nos conduce a investigar la verdad y a tratar de descubrir todos los enigmas invisibles del cosmos, de las contradicciones, de las virtudes y defectos de las personas, por todo lo indicado el autor señala "los humanos no son sabios pero si aman la sabiduría pueden volverse filósofos", ubicando a la filosofía como la ciencia del saber lo cual incluye que la misma también se preocupa de la ética y de la moral.

Es importante resaltar que el autor precisa con mucha claridad, la diferencia entre lo que es ética y moral, haciéndonos notar que la ética como ciencia social se sustenta en los principios de la filosofía para la búsqueda y construcción metódica del conocimiento relacionado con la moral, estableciendo con diafanidad que la ética en definitiva realiza el estudio específico del comportamiento humano, es decir todo aquello que está vinculado y responde a la forma de proceder de una persona, en resumen la ética es la ciencia de la conducta humana y junto a la filosofía comparten y privilegian el uso de la moral y la razón para alcanzar la verdad. La moral en cambio está vinculada en su significado con las costumbres, con aquellos actos que se traducen en hábitos, que a su vez son elementos que intervienen en el proceso del aprendizaje y asimilación. Las costumbres son adquisiciones individuales en las que intervienen factores bio-psíquicos, bajo la influencia del entorno natural y humano, puesto que cada individuo como miembro de un grupo humano está sujeto al inevitable influjo social.

El autor en su afán de abundar en afirmaciones precisas, advierte que ética y moral se encuentran en el mismo terreno, ambas se refieren a la conducta de los seres humanos, la ética como actividad eminentemente intelectual y la moral como actividad práctica, la definición más amplia y completa que recoge el texto es la que sostiene que “la moral es un sistema de normas, principios y valores, de acuerdo con el cual se regulan las relaciones mutuas entre los individuos o entre ellos y la comunidad, de tal manera que dichas normas que tienen carácter histórico y social se acatan libre y conscientemente por una convicción íntima y no de un modo mecánico interior e impersonal".

De la definición antes expuesta se infiere que la moral como conjunto de valores y de reglas de acción, es aquella que se propone a los individuos y a los grupos humanos por medio de diversas circunstancias como es el caso de la familia, la iglesia, la escuela, etc., que para aclararlo mejor el autor, reproduce el criterio de Foucal señalando que la moral equivale al comportamiento real de los individuos en su relación con las reglas y valores que se les propone.

El texto en su propósito de abarcar todo lo que tenga relación directa o indirecta con la ética y la moral, puntualiza lo que debe entenderse por moral y moralidad, la una la moral, como la que se refiere al conjunto de principios, normas imperativas o ideas morales de una época o una sociedad, en tanto que la moralidad hace referencia al conjunto de relaciones efectivas o actos concretos que cobran un significado con respecto a la práctica de la moral, esto es, la moralidad se vincula con el carácter del hombre, en tanto es capaz de actuar en correspondencia del bien y establecer juicios en función de este valor moral.

En una visión sobre la pluralidad y/o diversidad de las morales, el autor sugiere que aquello permite reflexionar sobre la moralidad como una actitud del ser humano que piensa bien y actúa bien con respecto al bien individual y social que pretende alcanzar, en síntesis, se trata de una expresión de la persona orientada hacia lo bueno.

En el muy amplio estudio realizado por el Dr. Ronquillo Armas sobre tan importante aspecto de una sociedad, incorpora también criterios sobre la inmoralidad y establece didácticamente que en el campo de la moralidad la conducta humana es positiva y reconocida como buena, mientras que en el campo de la inmoralidad la conducta es negativa e indeseable, haciendo notar la paradoja de un ser humano que es protagonista de conductas contradictorias, que en ocasiones actúa bien o mal, es decir somos buenos o somos malos, por ello sostiene el autor que “la inmoralidad es la antítesis de la moralidad y se produce por la oposición del sujeto moral a la norma, esto es que el sujeto predispuesto a la inmoralidad se opone a la norma moral, invierte su significado y la contradice realizando el acto que prohíbe”, en esa escala de seres inmorales, el autor menciona al mentiroso, al impuntual, al desleal, al agiotista, y agrega que el acto de mentir es una conducta negativa que oculta la verdad y al hacerlo cae en el campo de la inmoralidad, por ello el autor con claro criterio la ubica como el primer paso para llegar a la ilegalidad.

En el vasto estudio realizado por el Dr. Abelardo Ronquillo, busca precisar también lo que significa la amoralidad, que en síntesis es una acción que se realiza sin moral y al señalar casos que ejemplifican la amoralidad, menciona el caso de un sujeto que ha perdido la conciencia por ingerir alcohol o consume cualquier tipo de estupefacientes, lo cual lo transforma en un sujeto que actúa al margen de normas morales esto es amoralmente, lo amoral no reconoce códigos de conducta, le es igual actuar bien o mal, honesta o deshonestamente, sincera o falsamente.

El origen de la moral debe entenderse nace con el ser humano, cuando comienza a tenerse la suficiente capacidad de raciocinio y vivencias que le permiten diferenciar lo que está bien de lo que está mal, de tal manera que no se puede desprender el entendimiento y práctica de la moral de los procesos históricos vivido por la humanidad, por ello en el análisis de ciertos historiadores sobre un origen ahistórico de la moral, lo lleva a la conclusión de que en ese caso la moral tendría tres fuentes de orígenes: a) Dios como su único origen y fuente de la misma; b) La naturaleza también como la que da origen a la existencia de la moral; c) El hombre impersonalmente considerado como el creador de la moral, aquel criterio basado en ese ahistoricismo al que antes nos referimos, hace que Darwin afirme que “los animales conocen casi todos los sentimientos naturales de los hombres, amor, felicidad, lealtad, etc.", a lo que me permitiría agregar que a veces los animales demuestran un sentimiento más elevado de sensibilidad que los seres humanos, por ello son menos depredadores y más solidarios que los humanos, por eso muchos de estos (humanos) desconocen lo que significan el valor del amor, de la felicidad, de la lealtad, convirtiéndose en seres que sólo sirven para causar daños o perjuicios por su infeliz proceder.

Dentro de la concepción histórica el autor reivindica una concepción antropocéntrica de la moral, en cuyo centro está el ser humano real que piensa, actúa y hace historia en el mundo social y natural al que pertenece, porque sin duda hay que insistir el ser humano es el gran gestor de la historia, porque es el que modifica permanentemente sus maneras de vivir, es el que genera y sistematiza formas habituales de vida y progresivamente va adquiriendo costumbres, cuya importancia radica en que nunca dejó de ser la norma reguladora de su relación con los demás. De de todo lo expresado se infiere que la moral sólo puede surgir cuando el ser humano deja atrás su actitud primitiva, natural, instintiva y adquiere una naturaleza social, es decir, cuando ya forma parte de una colectividad regida por una normativa.

En su muy fundamentado texto, el autor advierte como buen catedrático que la actividad humana provista del debido conocimiento, se constituye en un proceso intelectual y moral para resolver problemas concretos de los miembros de la sociedad, como contribución a aquello que se denomina bien común, por eso sostiene "que la profesión no es solo una ocupación permanente de individuos altamente capacitados y comprometidos con el ideal de servir a la sociedad, sino que la realización de este ideal constituye la suma de esfuerzos altruistas para alcanzar la finalidad ulterior del bien común", por ello agrega que hay que determinar el beneficio que aportará el trabajo de los profesionales a la sociedad, debiendo entenderse que el bien común se refiere al bien que comparten todos los miembros de una sociedad, sin excluir por supuesto al propio profesional.

Con el ánimo de no alargar este prólogo y más allá de las necesarias reflexiones que me he permitido formular de la lectura del texto, en cuyo amplio contenido incorpora todo aquello que está vinculado a la ética y a la moral, reafirmo mi criterio de que este es un texto de un inconmensurable valor, de suprema actualidad, si se consideran las actuales circunstancias que vivimos, por eso este texto significa un extraordinario aporte a la Universidad, a nuestros docentes y a nuestros estudiantes, a nuestro personal de funcionarios y trabajadores, sí admitimos que la sociedad contemporánea atrapada en el pleamar del mercantilismo y el apego a lo monetario, descuidó la práctica de valores, sin cuyo soporte es imposible pensar en mejores niveles de bienestar compartido o de una mejor calidad de vida, por todo ello privilegiar la ética, el renacer de valores y el tener conductas apegadas a la moral, se vuelve el principal desafío para enderezar un mundo donde el tráfico de estupefacientes, el indetenible comercio ilícito de armas, unido a la voracidad de financistas convertidos en atracadores del dinero ajeno, imponen a la sociedad reaccionar para que sancione con el desprecio que se merecen aquellos que con repugnante ruindad, se enriquecen a costa de aprovecharse de los demás y eso es inmoral, por eso es humanamente motivador leer el texto del distinguido profesor Dr. Abelardo Ronquillo Armas, quien sí merece el alto título de Maestro con mayúsculas.

En una época donde los vicios se los elevan a la categoría de costumbres, donde la ética es materia pendiente en el mundo desarrollado y subdesarrollado, en Escuelas, Colegios y Universidades, el libro que me honro en prologar enriquece no sólo el acerbo bibliográfico de la Universidad, sino el espíritu y el intelecto de quiénes somos y nos sentimos parte de ella.
(Texto que conforma el prólogo de la obra Ética general y profesional de Luis Ronquillo Armas, que próximamente Editorial Mar Abierto estará publicando)

Ciudades preventivas


El libro "Ciudades Preventivas" de autoría de varios profesionales que han venido trabajando sin descanso por favorecer campañas orientadas a persuadir a la sociedad y especialmente a la juventud, que no se deje seducir o atrapar por el consumo de drogas o estupefacientes, significa una muy alta contribución de indiscutible contenido social, que enfrenta uno de los más graves y crecientes problemas del mundo contemporáneo.

El consumo de drogas, entre los más conocidos, la marihuana, cocaína, heroína, no sólo está depredando la salud y la tranquilidad de la sociedad de nuestros tiempos, sino que se ha convertido desgraciadamente, en el más agresivo insumo para la formación de bandas de crímenes organizados, financiados por quienes trafican con el comercio de drogas que va penetrando cada vez más en las fuerzas encargadas de mantener justamente la seguridad y el orden (Policía y Fuerzas Armadas), si es que consideramos que el narcotráfico es uno de los "negocios" más lucrativos y que más dinero mueve en el mundo.

El libro sin duda tiene un alto contenido humano en el que se enfatiza que no puede la sociedad considerar al drogadicto o al que usa cualquier tipo de estupefacientes, como alguien a quien hay que condenar por algo delincuencial, son adicciones que lejos de constituir actitudes en las que el sujeto que consume busca obtener provechos del vicio o desafían la organización social, su adicción se va convirtiendo en algo enfermizo que requiere una buena dosis de comprensión y un adecuado tratamiento profesional, tanto en el aspecto sicológico como en el aspecto médico. Los autores advierten la necesidad de abordar el tema desde un punto de vista sistémico y multifocal, por su incidencia negativa en todos los estratos de la sociedad, no es un problema de carácter individual, por eso plantean que la acción preventiva debe emanar de entidades públicas, de sectores privados, de ONGs (organizaciones no gubernamentales), desde organizaciones de la sociedad civil y contando siempre con la colaboración ciudadana.

El libro advierte que los efectos del consumo de droga son difusos, crean problemas de memoria y aprendizaje, distorsionan la percepción y crea dificultades para razonar, afecta la coordinación, genera taquicardia, ansiedad, pánico. A largo plazo puede crear problemas cardiovasculares, afecta a niños cuyas madres usan droga e incluso subrayar puede causar hasta cáncer. Lamentablemente es un problema social que crece de manera multiplicada y los centros calificados para el tratamiento que existen son insuficientes.

Como medidas a implementar destacan la necesidad de realfabetizar al preventor que les permita familiarizarse con un código de comportamiento del joven, para viabilizar una adecuada comunicación de doble vía entre el preventor y el consumidor, el preventor debe estar atento a la realidad de los jóvenes porque su felicidad es su último objetivo, advirtiendo que el preventor debe meditar sobre el dolor que genera el fracaso de una campaña preventiva por una mala praxis.

Todo lo expresado hace que la Universidad Laica "Eloy Alfaro" de Manabí valore en alto grado esta publicación, que tiene el aval de expertos conocedores del tema, estudiosos del problema, entre los que se incluye nuestra docente, Decana de la Facultad de Trabajo Social, Lic. Olga Vélez de Mendoza, quien ha dedicado gran parte de su vida a colaborar con la prevención del consumo de drogas.
(Texto perteneciente a la presentación de la obra Ciudades preventivas -libro colectivo- que editorial Mar Abierto estará publicando en los próximos meses)

La paz un objetivo de vida

Sin duda alguna el principal bien de una sociedad es vivir en paz, para que ello sea posible es necesario que exista una condición que resulta indispensable para lograrla, estar en paz con nosotros mismos, si no existe esa condición seremos proclives a la conflictividad, a provocar controversias, a dejarnos llevar por la actitud agresiva que desemboca en acciones de violencia verbal e incluso física, lo cual traerá como resultado el que exista desunión, falta de armonía, confrontaciones, todo lo cual incide en la profundización de desencuentros entre personas que son parte de una misma comunidad o grupo social.

Pero lo que nos preocupa no son las conductas individualmente adoptadas, aquellos es humanamente saludable y conveniente, pero el análisis que interesa es el comportamiento socialmente considerado, eso nos exige ser tolerantes, admitir que las sociedades son heterogéneas, que no debemos juzgar prejuiciadamente, que debemos controlar nuestros impulsos, no dejar que se desborden nuestras pasiones, no actuar de esa manera es alentar enfrentamientos entre personas o grupos de personas que conforman una comunidad y eso es socialmente negativo.

El gran líder de la independencia y demócrata mexicano Benito Juárez, sostenía con mucha razón que la paz es el respeto al derecho ajeno, y ese es exactamente el punto de partida para alcanzar la paz, sino respetamos atribuciones de los demás, sino sometemos nuestras facultades y deberes a lo que establece una normatividad jurídica, llegamos al punto en el que atropellamos, actuamos abusivamente y cuando eso sucede estamos construyendo una cultura de irrespeto, de hacer lo que nos parece, sin comprender que con esa actitud sólo sembraremos conflictos entre los miembros del colectivo social, es decir alentamos lo que termina por ser una especie de guerra civil, donde prescindimos de códigos de comportamientos y cada cual actúa de acuerdo a su personal criterio o lo que es peor por el interés que lo motiva.

Para volver pertinente este mensaje, es necesario que situemos nuestras palabras en el contexto del acto al que nos han convocado los organizadores de este evento, que trasciende lo local, desborda lo nacional y nos invita a reflexionar y debatir sobre aquellos conflictos o guerras vividas por la humanidad, donde la ambición por el poder no respeta el derecho de los Estados que integran el conjunto de naciones del mundo, como consecuencia de esa situación se vulnera el principio de la igualdad jurídica de los países, el derecho a la no intervención y la autodeterminación de los pueblos, se agrede la soberanía de los Estados y se incuba una actitud belicista, donde el país más fuerte, más armado, es el que impone sus planes expansionistas de dominio del mundo entero, del control de todos los recursos políticos y económicos, con lo cual crecen las desigualdades y con ello las inequidades, las injusticias, se forma una división entre países ricos y países pobres, entre quienes mandan y quienes obedecen, en definitiva se produce una ruptura de una relación equilibrada y respetuosa entre todas las naciones, relación que para que sea igualitaria debe prescindir del poderío económico de cualquier país para no generar el nacimiento de poderosos y débiles, de imperios y de grandes potencias, donde el fuerte impone su ambición de ser juez y árbitro del mundo, el que impone las condiciones en las relaciones bilaterales o multilaterales, surgiendo una actitud prepotente y dominadora de la que inevitablemente nacen las guerras, que en el mundo moderno dejaron de ser con armas convencionales y se las decide con el uso de armas nucleares con tan desbastadoras consecuencias para la humanidad que convertirían el mundo entero en un campo de batalla, en un cementerio masivo de personas inocentes e indefensas, desaparece todo vestigio de las libertades y garantías fundamentales que tanto costaron al ser humano conseguirlas, lo único que existirá será el condenable delito del genocidio, habrá desolación, nos convertiremos en escombros, eso es lo que hemos escuchado de las víctimas que todavía sobreviven de lo que fue el repugnante bombardeo de Hiroshima y Nagasaki, por eso como Universidad creemos firmemente que la paz es un camino que se construye diariamente, por ello saludamos con satisfacción la presencia de este crucero cargado de gente con afanes pacifistas que navega por los mares del mundo a bordo del Peace Boat (Barco de la Paz), multiplicando y comprometiendo adhesiones para una vida en paz.

Para tranquilidad de los ecuatorianos la actual Constitución vigente proscribe la posibilidad de establecer bases militares extranjeras en territorio nacional, cuyo establecimiento produce intranquilidad y provoca inevitables fricciones entre distintos grupos humanos y países.

Finalmente no olvidemos la tesis sostenida por la UNESCO, si es en la mente de los hombres donde se siembra la cultura de la guerra, es en la mente de los hombres donde debemos cultivar una cultura de paz.

Horacio: parte del patrimonio de Manabí


 

Horacio es un nombre histórico de un ilustre literato que vivió y estudió entre Roma y Atenas, conoció del más cimero esplendor de la cultura, supo lo que era el poder del imperio romano en sus inicios y supo también del poder del pensamiento luminoso de Atenas, en aquel profundo e irrepetible filosofar de los griegos. Pero al Horacio al que quiero referirme no ha heredado genéticamente el nombre de ese célebre poeta italiano, es nuestro, es manabita, su nombre lo hereda de su ilustre padre, Don Horacio Hidrovo Velásquez, el novelista símbolo de Manabí, que narró haciendo un apropiado uso de ficciones y realidades, con su palabra privilegiada, la renombrada novela “Un hombre y un río”, ahí relata con el mejor y más florido lenguaje el drama de las familias campesinas manabitas, de aquellas que nunca dejaron de defender su honor y su virilidad, no aceptan que nadie reduzca ni abuse de sus derechos, subjetiva u objetivamente considerados, la narrativa de Horacio Hidrovo Velásquez retrata a ese montubio manabita que con todo afecto cultivaba y amaba su parcela de tierra, que criaba sus animales domésticos y que no admitía a nadie tocar lo que había logrado con su trabajo y esfuerzo realizado de “sol a sol”, es decir que lo había obtenido laborando desde que aparecía el sol hasta que este se ocultaba y aparecía el oscurecer de la noche.

Pero no es a Don Horacio padre y su reconocida obra literaria al que quiero dedicarle unas cuantas frases, es a su mejor obra humana, su hijo Horacio Hidrovo Peñaherrera, el amigo sin tacha, el trovador de noches sin horarios, el bohemio que escanció largos tragos de “Cuba libre” su bebida favorita, a ese enamorado sin pausas de la belleza, de la sensibilidad y dulzura de las mujeres, el deportista de singulares atributos, el aficionado que hinchó con pasión sin límites por el equipo de Manabí, por su Liga de Portoviejo, ese trotamundo que ha paseado su talento literario en incontables foros nacionales e internacionales, donde su voz y su pensamiento fue escuchado con respeto y atención, aquel ser humano que nunca dejó de caminar por las calles de Portoviejo con la hidalguía de su idealismo sin dobleces, con la alegría de su espíritu siempre inquieto y renovado, con la decencia de su acrisolado humanismo, al que le fue siempre igual jugar tennis con los “aburguesados” del Tennis Club de Portoviejo y frecuentar con inalterable personalidad y talante mercados y barrios pobres de la ciudad, de ese Portoviejo que él la adoptó como su ciudad y que la ciudad le correspondió considerándolo como un hijo predilecto de la misma, sin que ello le haya impedido jamás dejar de sentirse orgulloso de su Santa Ana natal, de cuyo parque, de las torres y campanas de su iglesia principal, de sus calles polvorientas, de sus campiñas verdes y hospitalarias, nunca borró de sus mejores recuerdos, fue ahí donde aprendió a sentir lo hermoso de la solidaridad y hospitalidad humana, por eso jamás dejó de llevarla en el más afectuoso lugar de su memoria, por eso Horacio conjuga en su forma de vida un campesino de las más acentuadas costumbres montubias y al ciudadano capitalino, al que las etiquetas y los convencionalismos no lo pudieron atrapar, su sencillez y su calidad humana lo delatan como hombre de superior valía ciudadana, por eso paseó sus virtualidades sin reverencias y con un claro sentido de lo que significa realmente vivir, por eso no se siente deudor de nada ni de nadie, su personalidad no le permite columpiarse entre acomodos y falsas posturas, es simplemente el gran poeta y una insignia cultural de Manabí.

Horacio con su palabra elocuente, con su alma encendida para describir atributos como solo él puede hacerlo, se convirtió sin buscarlo, en el proclamador vitalicio e irremplazable de las Reinas provinciales y la de todos los cantones manabitas, a todas les regalaba frases poéticas que las emocionaba y las hacía sentir como Horacio quería, únicas y bellas. Ese escritor sin descanso dueño de una cuantiosa y multiplicada producción bibliográfica, ese Horacio que creó el espacio cultural de la “Flor de Septiembre” en su querido Colegio Olmedo, del que siempre fue un emblemático profesor, ese poeta que creó la más profusa actividad cultural en Manta, desde la dirección del Departamento de Cultura de la Universidad Laica Eloy Alfaro de Manabí, ese empedernido narrador romántico de vivencias y anhelos, que nunca abandonó su apasionada e innata vocación por el arte y la cultura en su actitud siempre izquierda y repleta de ilusiones, quiso convertir su hogar familiar en la posada y sitio de reuniones para que los amigos de lo cultural y artístico tuvieran un lugar de encuentro, por ello crea la “Casa de Horacio”, ese poeta, novelista, ensayista, al que Portoviejo y Manabí le guardan lo más altos y deferentes aprecios, llega al atardecer de su existencia, para que en acto de la más severa justicia, el Ecuador como país, a través del Gobierno del Presidente Eco. Rafael Correa Delgado, lo corone con el premio Eugenio Espejo y reconozca su extraordinaria obra en el campo cultural, su siembre es incuantificable y sin medidas, no quedan dudas para los que saben valorar lo que realmente tiene trascendencia, el más grande activista cultural del Ecuador, es un manabita brillante, Horacio Hidrovo Peñaherrera, el ser humano de incontables amigos y amigas, el ciudadano de nítido proceder, el escritor literato de talento privilegiado y de un exquisito uso de la palabra, me obligan a sostener sin sutilezas ni ambages, que la posteridad histórica lo colocará a la hora de hacer un balance de su vida, como un patrimonio eterno de Manabí, como un referente de la cultura no sólo manabita, sino nacional y latinoamericana, Horacio es único, nunca dejó de vestir el traje de su espontaneidad, de un ser humano de elevada calidez, sin poses, no conoció en el trajinar de su vida ni la arrogancia ni la petulancia, se dedicó a entregar al país una frondosa obra literaria, es un escritor de oficio y creativo, qué más podía ser con su trayectoria de hombre con una estatura humana que rebasa lo normal, convertirse en lo que se ha convertido, en un hijo predilecto del Manabí profundo, en ejemplo de quienes buscan transitar y recorrer los caminos de los cultores de la inteligencia y del espíritu.

 
Los enigmas de la naturaleza, cuando la serenidad de sus neuronas lo invita a disfrutar de la vida apacible, de la tranquilidad de la tertulia sosegada y sin apuros, disfruta respirando el aire puro de la campiña, se solaza con la deliciosa comida de la región, con el sabor inimitable del café manabita con panes de yuca, con tortillas de maíz, con torta de choclo, con las bolas de plátano con chicharrón o preparadas con el rico queso manabita, con los corviches y empanadas, por eso se deleitó siempre cuando atendió a sus amigos poetas y literatos en su oficina en Manta o en su casa de campo de Sasay, a la cual él quiere convertir en un Museo del Manabí de ancestros profundos, es un soñador al que las diques de las dificultades no lo estorban en sus afanes de edificar proyectos que lo hagan vivir soñando como él lo desea.

La espontaneidad sin represas mentales que caracterizan a Horacio, le permitió siempre y le fue fácil tratar a quienes estima como hermana o hermano, ese es su saludo predilecto, afectuoso y fraterno, por ello genera confianza en sus amigos y amigas, eso lo tradujo frecuentemente en un abrazo cariñoso, por eso multiplicó y cultivó innumerables contertulios para hablar de sus anhelos espirituales, de su pensamiento literario, de su amor por las cosas buenas de la vida, de sus afanes sin fronteras porque la paz sea la que prevalezca en la vida social que él siempre la quiso justa, digna, armoniosa, libre como el paso del tiempo, que ahora le recuerda a Horacio que las madrugadas son inolvidables, que el día nos clarifica el camino de la vida, pero que existen las tardes donde la placidez del fin de la jornada nos invita al recuerdo de hermosos momentos vividos, esa debe ser la más grata recompensa y el mayor tributo a los buenos momentos vividos, porque después de todo y a pesar de todo la vida sigue siendo buena, como lo decía su renombrado padre Horacio Hidrovo Velásquez, las incomprensiones y bajezas humanas jamás alteraron su estado de ánimo, invariablemente calmado y alegre.

Si algo enaltece a Horacio es el alto valor que da a la amistad, su "gallada" es selecta y al mismo tiempo numerosa, pero su apego a la música para animar sus jornadas literarias y aquellas de esparcimiento y recreación, siempre tuvo en primera fila en todos sus actos a los que compartían su forma de ser, menciono unos pocos, el "flaco" Alberto Cedeño es para Horacio dueño de una voz privilegiada, "Pepito" Mendoza le hace sentir que la guitarra canta melodías indescriptibles, los hermanos Mera con Elizabeth como vocalista no podían faltar en su convocatoria a los artistas de selección, Víctor Manuel Cedeño y Hernando Mendoza han sido y siguen siendo sus compañeros de farra, cuanto los estima Horacio y cuanto lo quieren a él, sin ellos para Horacio la fiesta era incompleta.

Hombre de varias casas, la que habita con su respetabilísima familia, la Casa de "Horacio" que él ha querido forme parte del activo de la cultura manabita, la Casa de la Cultura de la que ha sido uno de sus antiguos miembros predilectos, su casa de descanso de Sasay, el Colegio Olmedo al que él no olvida y al que tampoco lo olvidan, esa casa que él contribuyó a construir con su trabajo fecundo, que es la casona universitaria, esa casa de estudios alfaristas, su Universidad Laica "Eloy Alfaro" de Manabí, a cuyo nombre y representación asistí a la entrega de su premio Eugenio Espejo, que le llega en el momento en el que ha alcanzado la mayor madurez y experiencia literaria, con la serenidad de sus neuronas, con la luminosidad de su privilegiado talento, que le ha permitido con la contribución de su equipo de promotores culturales edificar la más espectacular obra cultural en Manabí y el Ecuador, con mis excusas a quienes no comparten mi afirmación, los hechos lo demuestran, el Festival Internacional de Teatro que se celebra anualmente en Manta y que se ha extendido a otras ciudades del país, el Festival Internacional de Danza, el Festival local e internacional de Cuentos, el Festival de Coros, sus Talleres literarios, de pintura, de ajedrez, su deseo de que la música tenga un espacio en la formación técnica de nuevas voces, sus afanes vehementes por que el cine no sea un privilegio de Hollywood, lo llevaron incluso a vestirse de actor cinematográfico, su pasión por los Encuentros Internacionales de Poetas e Historiadores, le han permitido a Manabí tener como huéspedes a personajes impensables, a lo más selecto de la cultura latinoamericana, cito unos pocos nombres, Enrique Anderson Imbert, Fernando Alegría, Eduardo Galeano, Claude Coufon, Lorenzo Fuentes, entre los extranjeros, a todo lo destacado de la cultura nacional, se puede pedirle algo más a un promotor y activista cultural, sólo nos toca reconocer en Horacio Hidrovo Peñaherrera, un manabita excepcional, un hombre de cultura difícil de ser imitado y mucho menos igualado, por eso ese millón trescientos mil manabitas a los que quiso dedicar tan merecido premio, lo aplauden, lo felicitan, se sienten emocionados y participes de tan especial reconocimiento, sus amigos y amigas que son incontables, lo celebramos y exclamamos "Salud Horacio", tenemos el alma embriagada de satisfacción, solamente sabemos que el premio lo mereces, que este es uno de esos escasos actos de justicia que nos regala la vida, que siempre la quisiste fraterna a despecho de los traficantes de la extinción humana, con tus amigos sólo aceptaste librar una guerra, la que lucha contra toda posibilidad de conflictos armados o bélicos.

jueves, 19 de julio de 2007

El último viaje o el eterno retorno a la mayor obra de Alfaro




Ha sido un verdadero deleite el poder leer el libro El último Viaje escrito por el muy destacado intelectual cuencano Dr. Moisés Arteaga Lozano.
Creo sinceramente es un libro donde existe una copiosa imaginación del autor para recrear episodios y trasladar al presente la construcción de una magna y trascendental obra que buscó unir Costa y Sierra como lo fue el ferrocarril Guayaquil-Quito, donde el autor no excluye detalles de todas las vicisitudes que pudieron sucederse y/o se sucedieron en la construcción de la obra. Sin duda existe en el texto mucho de novela y mucho de relato y cuento de elevados niveles literarios.
El autor logra una maravillosa y bien concebida sinergia entre lo novelesco y lo real, aquella es sin duda una cualidad reservada a escritores de fuste, por eso no tengo reservas en sostener que esa excepcional peculiaridad lo convierte al autor en un autorizado expositor y analista de un hecho o acontecimiento nacional, que estaba esperando y merecía ser relatado por la pluma de tan distinguido compatriota, que realiza en muy amena descripción lo que significó para el país la construcción del ferrocarril, la obra que más contribuyó a relievar en el tiempo, el patriótico gobierno del General Eloy Alfaro Delgado.
Pero el libro no sólo está bien escrito, desde un punto de vista literario, y con envidiable uso del lenguaje; en el texto se incluyen con buen criterio y dentro de un contexto bien logrado, temas de orden político, como el recordar la oposición apasionada de enemigos de Alfaro atrincherados en el Congreso Nacional, que fue enfrentada con el talento y la firme decisión del gran líder liberal para contratar un crédito externo con una Compañía extranjera experimentada para realizar esta clase de obras. En otro aspecto el libro incorpora verdaderas clases de geografía nacional, dibujadas con palabras claras, precisas, elocuentes, que contribuyen a familiarizarnos con este Ecuador de hermosas diversidades y contrastes caprichosos, su gran dominio del castellano lo lleva a jugar muy bien en su narrativa entre los espectaculares paisajes que nos regala la naturaleza y los abruptos y asombrosos desniveles de los mismos, para lograr destacar la laboriosidad con que se ejecuta la obra y se agiganta el esfuerzo de los constructores de tan grandiosa tarea, sin dejar se le escape ningún detalle en la narración para que el relato sea completo, por ello se refiere en términos apropiados a las durísimas condiciones climáticas que diezmaron la salud y vida de los trabajadores que laboraban en la obra e inclusive describe con evidente nostalgia la muerte de uno de los más entusiastas directivos de la Compañía constructora, las dolorosas muertes masivas de compañeros que debilitaron el ánimo de los trabajadores, lo que obligó en esa época a importar mano de obra más resistente desde Jamaica. El apego por lo bueno de la vida del notable escritor, lo conduce a sugestivas elucubraciones sobre las bondades de la variedad de la gastronomía de nuestro país, con lo cual invita a engolosinarse al lector con sus provocadoras insinuaciones de la rica comida ecuatoriana.
Un comentario especial merece por su relación que tiene con el buen gusto, la importancia que le da en el contexto del libro a la belleza y exquisito donaire de la mujer costeña, que a través de una de sus beldades seduce a uno de los más importantes y jerarquizados técnicos ingleses de la Empresa Constructora, que termina con un desenlace que sólo es posible cuando existe ese inigualable e indescriptible sentimiento que es el amor, cuando el cotizado extranjero desplaza de sus afectos a un antiguo y sólido romance con una coterránea suya. Lo destacable de esta necesaria referencia es que no existen actos posibles que acontecieron o pudieron acontecer, detalle que el autor no incluya en su libro histórico; por ello no creo exagerar si afirmo que este libro del Dr. Moisés Arteaga es la más completa e imaginativa recopilación que se puede lograr sobre la construcción del añorado Ferrocarril ecuatoriano, con la ventaja que el libro resulta gratificante leerlo por el torrente de ideas con que el autor cuenta las escenas de todo el conjunto de factores humanos, políticos, geográficos, paisajísticos, climáticos, vinculados a la ejecución de tan monumental obra, cuya relación de hechos está sobriamente amenizada por el fluido y adecuado uso del idioma de su autor.
Pero hay dos aspectos que deben ser destacados en este libro, el uno, que el autor tiene la virtud de comunicar muy bien su mensaje al utilizar un lenguaje asequible a toda clase de personas, el otro, que paralelamente omite rebuscar términos que conviertan al libro en un documento que busque aproximarse a un elitismo intelectual; hay en consecuencia un escritor que entiende muy bien que en la sencillez de la actitud y el mensaje, radica la grandeza del ser humano. El Dr. Moisés Arteaga se descubre en definitiva corno un hombre de vasta cultura y de superior y clara inteligencia. El libro no se agota en una narración bien lograda de hechos que incidieron en la construcción de la obra que lo inspira, contiene en mi opinión dos mensajes de hondo contenido social y patriótico que nos aleccionan sobre el verdadero objetivo de Alfaro al construir el ferrocarril: buscó básicamente unir una patria diversa, Costa y Sierra dejaron de ser dos territorios distintos y distantes de un mismo país; costeños y serranos ya pudieron comunicarse mejor gracias al ferrocarril. Esa fue la finalidad de Alfaro, sentar las bases de una férrea unidad nacional al acercar a ecuatorianos de diferentes regiones de la patria, por eso continuó construyendo una red de ferrocarriles a lo largo y ancho del país, el autor capia en este aspecto muy bien el anhelo cívico del líder liberal radical y lo plasma con notable inteligencia en el texto de su recomendable libro.
Finalmente el libro incorpora una lección de vida que debe ser bien entendida y dimensionada en las inexplicables contradicciones de la existencia humana, una obra que mereció tanto esmero y entrega de parte de Alfaro para sentar los cimientos de un Ecuador unitario, para que se edificara una debida interrelación entre ecuatorianos, fue el que utilizaron sus adversarios para conducirlo a prisión y luego masacrarlo sin compasión alguna, quedando para la posteridad histórica la oscura página del arrastre perverso y canallesco de su cuerpo y los de sus leales compañeros y amigos de lucha, y como lección luminosa la acción y gestión de un hombre que entregó su vida por su patria y lo encumbra a la posición indiscutida de ejemplo de un líder, de hombre de Estado, de patriota sin fronteras ni límites, cuyo nombre y acción trascendió los linderos del Ecuador.

lunes, 30 de abril de 2007

Autonomías provinciales: el reto del Ecuador para el siglo XXI




Dentro de la crisis de todo orden que vive el Ecuador a fines del siglo XX, le quedan muy pocas posibilidades para emprender un proceso de recuperación, pues lamentablemente los errores y desatinos cometidos después del boom petrolero de los años setenta, vuelven imperioso e inaplazable un cambio estructural del modelo de organización y administración del Estado.
Se ha venido repitiendo en los últimos años sobre la conveniencia de un gran pacto social, en la necesidad de reactivar el aparato productivo de la sociedad, de estabilizar la política cambiaría, monetaria y crediticia, se ha repetido que es necesario descentralizar el país, es decir no han faltado planteamientos e ideas, pero en nada se ha dado un solo paso y se ha mantenido una recurrente tesis política-económica-administrativa, que hace que nos encontremos en una especie de "callejón sin salida". No exagero si afirmo que lo único que se expande y crece es la corrupción a través de sus variados tentáculos y testaferros, éstos, bien o mal intencionados.
En este contexto las instituciones públicas y privadas de Manabí, con sus organizaciones sociales, proponen la implantación en el Ecuador de un régimen de autonomías provinciales, sin tocar la actual división política-administrativa de las veintidós provincias, para no crear elementos de desunión nacional, dejando que libremente las provincias puedan unirse voluntariamente en una mancomunidad o en una región, pero ese es un proceso posterior y voluntario de integración. Hay que precisarlo, la propuesta está formulada para que se la debata y converse entre ecuatorianos de toda la geografía nacional, pues este planteamiento estimamos puede convocar a todos a unirnos en función justamente del debate de esta tesis, cuyos beneficios resultan evidentes en países como Suiza y España y en otros países donde se ha implementado un sistema, administrativo como el que se propone.
¿Por qué el planteamiento de autonomías?, porque el Ecuador desde inicios de su vida republicana ha mantenido una permanente división como país, originada en factores de carácter geográfico y climático, cuando en realidad esta diversidad climática y geográfica, puede y debe ser un factor de unidad nacional. Esta incuestionable verdad, es la que explica que en el espíritu de todos los ecuatorianos sintamos orgullo de los atractivos de Quito, de su herencia colonial, de su gran desarrollo urbanístico de las últimas décadas, como igual orgullo se siente de todo el conjunto de virtudes de Cuenca, de sus atractivos arquitectónicos, de su gran desarrollo educativo y cultural, como tierra de poetas, historiadores y literatos que la han llevado a convertirla en patrimonio de la humanidad. Siempre se sintió también gran valoración por el folklore, por la belleza y bondades de los valles y playas, por la pujanza productiva de toda la Costa ecuatoriana, por la rebeldía e inigualable generosidad de sus habitantes, de la reserva que significa el Oriente ecuatoriano, con sus ríos caudalosos, sus selvas todavía vírgenes e intocadas y los misterios que ellas encierran, la condición paradisíaca y excepcional como centro turístico y patrimonio ecológico de la humanidad que constituyen las Islas Galápagos, los ecuatorianos hemos disfrutado siempre del incomparable paisaje, de la majestuosidad de los volcanes, de la sensibilidad hecha música, del ingenio artesanal y toda una gama de las más diversas atracciones y peculiaridades de todas las provincias de la Sierra, todo eso ha sido motivo de orgullo de los ecuatorianos. Dónde entonces radica el problema de ser un país que no terminamos de entender unos y otros. Manabí y sus instituciones, consideran que ello responde a que los ecuatorianos no hemos aceptado nuestra real identidad, que debiendo partir de una realidad étnico-cultural e histórica, nos permita conocernos a nosotros mismos y nos una en un objetivo común de Patria, pero esa identidad sólo será factible alcanzarla, si admitimos nuestra verdad sin disimulos y en la medida que reconozcamos que también existe el llamando "Ecuador profundo", ese Ecuador cuya mayor fortaleza y riqueza es su gran diversidad, lo cual debe fortalecer la unidad nacional como ya lo consagra con toda diafanidad y énfasis el actual Artículo 3 de la Constitución en actual vigencia. Por lo antes anotado, es que también afirmamos que existe un Ecuador como Estado jurídicamente parchado a través de 19 Constituciones, que sólo reflejan la ausencia de una nacionalidad consistente y armónica, por lo que el régimen de autonomías permitiría construir, eso sí de una manera concertada y no compulsiva, aquel Estado-Nación que ha estado muy lejos de existir en nuestra inestable vida republicana. Es un imperativo que el Ecuador empiece a comprender lo que pasa en un mundo tan internacionalizado e interdependiente como el de fines del siglo XX, que nos desafía a que entendamos de acuerdo a claras sugerencias de la ONU y la UNESCO, que el gran problema del mundo presente y del que está por venir, es el relacionado con el pluralismo étnico-cultural, lo cual explica el porqué nuestra Constitución ya recoge un tratamiento especial a las minorías indígenas y afro-ecuatorianas.
Reconocida esa diversidad étnico-cultural e histórica, antes que climática y geográfica, no existe otro camino que permita la unidad nacional que no sea el posibilitar que las distintas provincias o regiones del país puedan planificar y programar su desarrollo, unirse si lo desean, y procurar responsablemente el bienestar de sus habitantes; ello sólo será posible si tomamos conciencia de que un modelo de administración centralizada, sólo produce una injusta distribución de los ingresos públicos con la consecuente desmotivación ciudadana, que se traduce en irresponsabilidad cívica, pues se genera una conducta en la cual desde todos los rincones del país se pide al Gobierno de turno la solución de todos los problemas, configurando una distorsión que crea la imagen de un Estado perverso, que no atiende los requerimientos nacionales y un ciudadano ecuatoriano que desentendido de sus deberes ciudadanos, sólo se acostumbra a pedir, reclamar, lamentarse, quejarse o protestar. Este esquema es que hace que el Ecuador no tenga en la actualidad ningún modelo definido de administración del Estado, pues el modelo que tenemos es de un Estado a veces paternalista o dadivoso, a veces arbitrario, a veces perturbador, a veces monopolio, todo lo cual sólo ha servido para crear un ambiente de inseguridad jurídica, alentando vanidades de Gobiernos y Congresos en permanentes campañas electorales, repartiendo transferencias de asignaciones presupuestarias para después solicitar a cambio, votos en futuras elecciones. Es hora de dar paso a un modelo de Estado que sea regulador, árbitro, facilitador de iniciativas y esfuerzos personales y garante de los derechos fundamentales de los doce millones de ecuatorianos, que hoy en su inmensa mayoría, sólo atinan a pensar la impotencia de que sus anhelos ciudadanos no son escuchados y menos garantizados, al sentir y saber que tienen un poder central muy distante de ellos.
El propio sistema democrático se encuentra resentido y no existen vías de superar ese deterioro del régimen Republicano de Gobierno, que no sea a partir de impulsar un modelo de democracia participativa, que se active desde las células básicas de la sociedad a través del régimen de autonomías. Ello posibilitará que los Municipios recuperen su condición de entes rectores de sus respectivas colectividades, restaurando el antiguo modelo del Ayuntamiento de vecinos heredado de España, el que las parroquias, recintos, barrios, se organicen en juntas, comunidades o cooperativas de producción o en organizaciones que les permitan ser actores responsables y solidarios del propio bienestar de la comunidad a la que se pertenecen. Estas organizaciones debidamente concientizadas, se vincularán en un proceso progresivo con el Poder Central a través de gobiernos provinciales intermedios, que elegidos con representantes igualitarios de cantones (hasta que se organicen distritos electorales), y con representantes de sectores representativos de la sociedad civil, permitan ir enlazando un nuevo y más dinámico Ecuador. Este planteamiento el Ecuador histórico lo ha debatido pero no lo ha implementado, así lo recogen las actas de las Constituyentes de 1861, 1897, 1929 y 1945.
El régimen de autonomías tendría adicionalmente la ventaja de liberar el esfuerzo ciudadano, se produciría automáticamente una dinamización de la economía y por ende del aparato productivo de la sociedad, provocando efectos multiplicadores de generación de riquezas y empleo, que viabilizarán con el flujo de bienes y capitales, una más abundante y mejor distribución y circulación de riqueza, una ampliación social de acceso al crédito y como consecuencia de ello, un auténtico mejoramiento de la calidad de vida de todos los ecuatorianos. La otra alternativa es mantener una recurrente historia de un Ecuador condenado por su inercia como país y por claudicación de sus líderes y gobernantes, a una crisis que se profundizará hasta hacernos estallar como sociedad y desintegramos como país.
De otra parte, en un régimen de autonomías es posible avanzar ciertamente en un proceso de una real justicia social, con una mejor distribución de los recursos públicos, mediante un reparto más equitativo de los tributos que genera el país, para ello hay dos vías que plantea Manabí: descentralizar la recaudación de tributos al consumo (IVA, ICE, Impuestos a las transacciones bancarias, matriculación vehicular, distribución de utilidades en venta de combustibles, peaje, etc.) para que se queden en la provincia que engendra o genera la riqueza que permite el consumo, o que se forme una gran "caja tributaria" para que se la redistribuya entre todas las provincias bajo tres parámetros: a) contribución provincial al PD3, lo cual estimula a quien más produce; b) número de habitantes, lo cual es igualitario; c) necesidades básicas insatisfechas, lo cual es solidario. A estos tres indicativos podría agregarse el factor extensión territorial como un elemento de mayor equidad. La exportación de petróleo serviría para amortizar la deuda pública, sobre todo la externa, y el Impuesto a la Renta y los aranceles a las exportaciones los recaudaría y servirían para atender necesidades del Gobierno Central, que están previstas en el Artículo 226 de la Constitución vigente.
Finalmente creemos, que si no hay primeramente un acuerdo en el contenido de la propuesta, en su fundamento doctrinario, en su propia filosofía de hacer país, es imposible dictar leyes que como la de descentralización y participación social vigente, son fríos enunciados que en la práctica no se aplican, porque no hubo ni el acuerdo nacional ni el Ecuador se puso de acuerdo en la filosofía de ese acuerdo, aparte de que en el fondo dicha ley mantiene el mismo esquema de un Estado manejado centralizadamente, y conserva un criterio paternalista y/o dadivoso. El régimen de autonomías permitirá una auto organización espontánea y responsable de sectores más homogéneos de la sociedad ecuatoriana, que rompa con la injusticia de la imposición de criterios, que sólo han favorecido la formación de pequeños grupos oligárquicos que manejan el poder político y económico del Ecuador. Los actuales partidos políticos y el affaire bancario son producto de este caduco sistema.
El desafío está lanzado, el resto es responsabilidad de todos: políticos, empresarios, académicos, artesanos, profesionales, trabajadores, campesinos e inclusive de militares. Es hora de obrar sensata y patrióticamente.

martes, 27 de febrero de 2007

Segunda edición de Filosofía de la vida o la vida es una filosofía




Medardo Mora Solórzano, Rector de la Universidad Laica Eloy Alfaro de Manabí, acaba de publicar la segunada edición de su libro titulado Filosofía de la vida o la vida es una filosofía, editado por la Editorial Mar Abierto.

El libro es parte de la colección filosófica Aristóteles, consta de más de 130 páginas y ha tenido excelentes comentarios.